Este servicio estatal noruego se hizo especialmente famoso por quitar a una familia sus cinco hijos por ser “demasiado cristiana”. Pero las víctimas de Barnevernet son muchas más
Ahora La Contra TV ha publicado un extenso reportaje subtitulado al español en el que muestra lo que es capaz de hacer esta agencia pública, presentando además algunos casos concretos.
Así actúa Barnevernet. Convoca a agentes policiales y se lleva a los niños sin orden judicial ni proceso judicial, los aleja de sus padres y los entrega a otras familias sin pasar por un proceso judicial completo, sino tan solo por la decisión de una comisión interna de asuntos familiares llamada “fylkesnemnda”.
Las familias afectadas, de distintas nacionalidades, se engloban en la plataforma Stop Barnevernet, donde intentan mostrar al mundo las graves arbitrariedades que se llevan a cabo.
“El escenario es siempre similar”, describe la nota de esta plataforma. “Primero se da una denuncia sin base. Los padres, desconcertados, ven que se llevan a sus niños por alguna razón incomprensible, y al principio colaboran con la autoridad, hacen lo que les piden. Siguen las recomendaciones de la Barnevernet de no resistirse, no dar publicidad al caso y esperar pacientemente a tener un encuentro con los niños… que será de unas pocas horas al año, y con los trabajadores de la Barnevernet y policías frecuentemente presentes”.
Lactantes arrancados de manos de sus madres
Familias de países tan distintos como Brasil, Filipinas, India, Rusia o Turquía se encuentran una misma experiencia que les une: “los niños son literalmente arrancados de las manos de sus padres. Funcionarios y policías se muestran impávidos ante el llanto de madres o niños y se los llevan sin que los padres puedan impedirlo”.
Las televisiones de Lituania y República Checa, especialmente concienciadas por el abuso contra sus emigrantes, han difundido algunos vídeos estremecedores. La violencia física que ejercen los policías es proporcionada y medida, pero la ruptura familiar causada es exagerada y sin justificación.
Tampoco hay justificación alguna a que los niños no sean nunca asignados a sus abuelos o tíos u otros parientes.
Y es absurdo que dos hermanos sean separados y entregados a dos familias de acogida distintas, como fue el caso de los hermanos Michalák, unos niños checos que el Parlamento Checo intenta seguir de cerca pese a que las autoridades noruegas se niegan a resolver su caso.