El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo, afirmó que "es triste el hecho y duele". "Ante casos como este la Iglesia no debe transferir el caso a otra parte, sino actuar inmediatamente, y con tolerancia cero", aseveró. El arzobispo de Mendoza, Carlos María Franzini, aseguró su "profundo dolor, vergüenza, humillación e indignación ante esta tragedia".