«La gente, esquelética, camina como espectros por la calle. Algunos ya se abandonaron. Permanecen todo el día tumbados en su cama, con la mirada fija, esperando su muerte». Esta estampa, recuerdo del gueto de Varsovia, es la descripción que hace Ali Ibrahim a El Mundo, mediante Skype, desde Madaya, el epicentro de la hambruna en Siria. La localidad, a bajo cero, sufre desde el pasado julio un cerco atroz a manos de las fuerzas gubernamentales. Comen perros y gatos.