"A Juan XXIII se le llama a menudo, de modo simpático aunque restrictivo, el Papa bueno, dando a entender una idea ingenua y ligera de bondad. Sus diarios representan, sin embargo, una contribución importante para entregar a la historia la figura espiritual del Papa Juan XXIII en su totalidad: el hombre de origen sencillo y genuino, apasionado estudioso y escritor culto, diplomático experto y sensible, pastor entregado y equilibrado, sacerdote obediente y libre, hombre de Iglesia y de mundo, cristiano devoto y humilde, pontífice clarividente y valiente».