Carlos Castillo vive en Lince, donde antes se situaba la imprenta de su familia. En el piso hay unas mancuernas para hacer ejercicios, una TV, una pequeña cocina eléctrica, revistas y libros sobre un camastro, una colección de bicicletas, un piano -regalo de sus padres cuando cumplió diez años-, un par de guitarras y, al fondo, una magnífica biblioteca. (Fuente: Infovaticana)