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El Papa: el trabajo “en negro” y precario mata
27 - 10 - 2017 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Otros

En el video-mensaje para la apertura de la Semana social de los católicos en Cagliari dedicó un pensamiento particular a los desempleados y a los que ya no tienen la fuerza de buscar trabajo. Dijo además que: "La precariedad laboral, demás de «inmoral», «mata la dignidad, mata la salud, mata a la familia, mata a la sociedad". (Iacopo Scaramuzzi-Vatican Insider)

«El trabajo “en negro” y el trabajo precario matan». Lo dijo el Papa en el video-mensaje que envió a los que participan en la 48° Semana social de los católicos italianos (Cagliari, del 26 al 29 de octubre), indicando una serie de trabajos que «humillan la dignidad de las personas», desde la producción de armas hasta el tráfico de la prostitución, pasando por el tráfico del caporalato, los trabajos que discriminan a las mujeres y a los discapacitados. Francisco afirmó que la precariedad laboral, demás de «inmoral», «mata la dignidad, mata la salud, mata a la familia, mata a la sociedad». El Papa dedicó un pensamiento particular a los desempleados, «a los desanimados que ya no tienen fuerza para buscar trabajo», a los que solo trabajan unas horas al mes «sin lograr superar el umbral de la pobreza», a los que viven en las zonas más difíciles del “Medio día”.

El video-mensaje del Papa inauguró la 48a edición de las Semanas sociales dedicada, este año, «El trabajo que queremos, libre, creativo, participativo y solidario», expresión de la exhortación apostólica “Evangelii gaudium” del mismo Papa Francisco.

«Sin trabajo no hay dignidad», afirmó Jorge Mario Bergoglio: «Lo repito a menudo, recuerdo, precisamente, en Cagliari, en 2013, y en mayo de este año en Génova. Pero no todos los trabajos son “trabajos dignos”. Hay trabajos que humillan la dignidad de las personas, los que alimentan las guerras con la construcción de armas, que malbaratan el valor del cuerpo con el tráfico de la prostitución y que explotan a los menores. Ofenden también la dignidad del trabajador el trabajo “en negro”, el que está en manos de caporales, los trabajos que discriminan a la mujer y que no incluyen a quienes tienen una discapacidad. También el trabajo precario es una herida abierta para muchos trabajadores, que viven en el temor de perder la propia ocupación. Yo –añadió Bergoglio– he escuchado muchas veces esta angustia: la angustia de poder perder la propia ocupación; la angustia de esa persona que tiene un trabajo de septiembre a junio y que no sabe si lo volverá a tener en el próximo septiembre. Precariedad total. Esto es inmoral. Esto mata: mata la dignidad, mata la salud, mata a la familia, mata a la sociedad. El trabajo “en negro” y el trabajo precario matan. Y permanece también la preocupación por los trabajos peligrosos, que cada año provocan en Italia cientos de muertos e inválidos».

«Mi pensamiento –continuó el Papa– también va a los desempelados que buscan trabajo y no lo encuentran, a los desanimados que ya no tienen la fuerza para buscarlo, y a los que trabajan solo algunas horas al mes sin lograr superar el umbral de la pobreza. A ellos digo: no pierdan la confianza. Lo digo también a los que viven en las áreas del Sur de Italia que viven más dificultades. La Iglesia opera por una economía al servicio de la persona, que reduce las desigualdades y que tiene como objetivo el trabajo para todos».

La crisis del trabajo «es una crisis ambiental y social al mismo tiempo», afirmó Francisco, para subrayar que «la crisis económica mundial comenzó como crisis de la finanza, después se transformó en crisis económica y de ocupación». El sistema económico se interesa en el consumo, «sin preocuparse por la dignidad del trabajo y de la tutela del ambiente. Pero, así, es como ir un poco en una bicicleta con la rueda desinflada: ¡es peligroso! La dignidad y las tutelas son mortificadas cuando el trabajador es considerado una línea en los costes del balance, cuando el grito de los descartados es ignorado». Una lógica a la que no escapan tampoco las públicas administraciones, «cuando hacen concursos con el criterio del máximo descuento sin tener en cuenta la dignidad del trabajo ni la responsabilidad ambiental y fiscal de las empresas», y que debe interesarle también al administrador, llamado a «encomendar los talentos a sus colaboradores, que a su vez están llamados a no enterrar lo recibido, sino a hacer que fructifique al servicio de los demás. ¡En el mundo del trabajo, la comunión debe prevalecer sobre la competencia!».

Entre todas las dificultades, insistió el Papa, «no faltan, sin embargo, signos de esperanza», como las «buenas prácticas» que fueron reunidas por el comité promotor de las Semanas sociales, guiado por monseñor Filippo Santoro. La innovación tecnológica, de cualquier manera, «debe ser guiada por la conciencia y por los principios de la subsidiariedad y de solidaridad. El robot –subrayó Jorge Mario Bergoglio– debe ser un medio y no convertirse en el ídolo de una economía en las manos de los poderosos; deberá servir a la persona y sus necesidades humanas».