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La espiritualidad oriental en contraste con la cristiana
11 - 10 - 2017 - INTERRELIGIOSO - Otros

El sacerdote y teólogo D. Manuel Guerra resalta algunos rasgos definitorios de la espiritualidad oriental en contraste con la cristiana y su infiltración sincrética en ella. (Fuente: Infovaticana)

1. ITINERARIO VITAL Y ESPIRITUAL DEL P. VERLINDE

El subtítulo del libro “Del ashram a un monasterio” podría reemplazar al epígrafe anterior. “Ashram” (plural: ashramas; evítese ashrams por ser un anglicismo) es la forma y pronunciación moderna de la palabra sánscrita arcaica: ashrama. Significa “esfuerzo” y “el lugar donde uno se esfuerza en su perfeccionamiento espiritual”. En el hinduismo designa lugar de vida en común de los discípulos con su gurú o maestro, donde se dedican a la meditación, al trabajo y al descanso.

1.1. Infancia católica y crisis religiosa de la adolescencia

Joseph Marie Verlinde nace en Flandes (año 1947) en una familia cristiana; su padre, cantero; su madre, maestra y practicante. Iniciado por su madre en la oración y en la vida sacramental, ya en su infancia sintió “la primera llamada al sacerdocio”. Pero la crisis de la adolescencia y los interrogantes planteados por los estudios (Marx, Freud, Nietzsche) perturban su espíritu.

Acabado el Bachillerato a los 15 años de edad, a los 16 entra en la universidad de Gante (Bélgica). Con 17 años, “la ruptura llegó un domingo por la mañana cuando decidí no volver más a Misa” y “soltar las muletas de la religión” (p. 32).

1.2. Iniciado en la espiritualidad oriental (Nueva Era, Meditación transcendental)

A los 20 años de edad obtiene el diploma en Ciencias. Mientras prepara su tesis de química analítica en el laboratorio de química nuclear de la universidad de Gante, contacta con Nueva Era y se adhiere a ella mediante la Meditación Transcendental (MT) de impronta hindú. Le seduce “la propuesta de una técnica que le permitía entrar en unos niveles de conciencia más profundos” (p. 27). Piensa que la interiorizada espiritualidad oriental llenará su vacío interior, provocado por la indiferencia ante lo cristiano y el activismo exterior (participación en los movimientos estudiantiles, investigación científica, compromiso sociopolítico).

Durante la preparación para su iniciación, en un rito especial, recibe su “mantra”, palabras sánscritas que son como la clave de su ser y existencia, que le facilitarán vivir en armonía consigo mismo, con los demás y con el universo. En realidad es un caso y muestra de autosugestión, facilitada por el contexto ritual (pp. 35-41). En 1969 se entrevista con el fundador de la MT, el gurú Maharishi Mahesh Yogui, “que entonces había puesto su Cuartel General en España” (pp. 16, 44). Le escoge como su “gurú” (maestro o guía espiritual, que es obedecido y venerado como manifestación de lo divino). Pero le exige que antes termine su tesis doctoral.

Cuando la defiende en 1971, es iniciado plenamente en la MT e incorporado al comité directivo del movimiento para la promoción de la MT. Además, desempeña las funciones de su secretario particular. Como tal le acompaña durante tres años, “dando dos vueltas al mundo”.

1.3. Encuentro con Jesucristo

Las prácticas de la MT le debilitan a él y a sus compañeros, que caen en una depresión y atonía vital. El gurú Maharishi recurre a médicos y naturópatas. Verlinde intima con uno de ellos, francés y cristiano. Cuando este le pregunta: “Y ahora ¿qué es para usted Jesucristo?”, experimenta la presencia del Señor como de alguien que había estado siempre allí en lo profundo de su conciencia esperando para hablar con él con una ternura infinita.

Cae de rodillas y llora lágrimas de dolor y de arrepentimiento al saberse amado. En contraste lacerante la frase del gurú Maharishi encolerizado: “Un Dios crucificado no puede ser más que un demonio!” (p. 122). “Cristo crucificado, escándalo para los judíos, necedad para los paganos, pero fuerza de Dios y sabiduría de Dios para los llamados” (1Cor 1, 22-23).

La energía de una voz interior (¿una locución?): “Tú ya sabes lo que tienes que hacer” le hace ponerse de pie de un salto. A la mañana siguiente susurré al gurú: “Maharishi, tengo que irme“. Incomprensiblemente él replicó: Esta bien, vete…, pero vuelve pronto”. Telefonea al aeropuerto para pedir una plaza en el vuelo inmediato a Bruselas. La recepcionista le responde: “Tiene usted suerte. Acabo de registrar una cancelación. ¡Queda justo una plaza!. Dos horas más tarde volaba desde la India a Bélgica con un poco de ropa y la documentación como único equipaje.