la línea fronteriza del respeto es muy delgada, y aunque hay algunos modistos y celebridades que lo han hecho de forma muy elegante (como el caso de Dolce & Gabbana, que lo hicieron sin grandes escotes y limitándose prácticamente a imprimir las telas con iconografías en su colección Otoño 2013), también otros lo han hecho de una manera poco venerable, con transparencias y estilismos estrambóticos que lejos de ser “interpretaciones modernas” caen casi en la blasfemia (como la propuesta Primavera 2007 de Jean Paul Gaultier).

Yo particularmente no critico que se utilice la imagen de la Virgen en la alta moda siempre y cuando se haga con dignidad, sobre todo en una sociedad donde cada vez se hace más común imprimir imágenes en camisetas, llaveros, tazas y pare usted de contar. Los diseñadores hacen lo mismo, sólo que en telas y bordados más costosos (y seamos honestos, también muchas veces de una forma más refinada).

Hay otros que no lo hacen de forma tan literal, siendo el caso más reciente el de la diseñadora Maria Grazia Chiuri para Dior, quien dijo que toda su colección Otoño-Invierno 2017 se basó en el color azul no sólo porque era un gran favorito del fundador de la firma, sino también porque era el color de la Virgen y ella quería reflejar un espíritu profundamente femenino pero con ese carácter luchador propio de la madre de Cristo.

También están los diseñadores que prefieren vestir directamente a la Virgen en forma de agradecimiento y la consideran su “musa” (tal es el caso del diseñador del Miss Venezuela, Luis Perdomo, con la advocación de la Divina Pastora).

Antiguamente, se acostumbraba que las mujeres donaran sus vestidos de novia a la Iglesia para hacerle trajes a la Madonna. Hoy en día hay diseñadores que luchan por ser ellos quienes confeccionen sus trajes, los cuales son hechos con un cariño que difícilmente una modelo podrá inspirar, y se convierten en prácticamente piezas de arte tanto por los materiales que se utilizan como por la atención al detalle con la que se confeccionan. Así que sí, la Virgen también tiene un guardarropa envidiable.

La cantante Beyoncé ha causado también mucho revuelo con su segundo embarazo, el cual hizo oficial con una foto que muchos expertos en arte han dicho que hace referencia a la Virgen de Guadalupe con su manto verde y fondo floral. También usó de referencia a nuestra Madre en su presentación en los Grammys, donde también se vistió completamente de dorado (en una de sus mangas hasta se leía entre canutillos “devotion”) y con una corona que recordaba la típica iconografía de la Virgen, aunque también lo mezcló con referencias de otras deidades femeninas. No dudo que su intención era mostrarse como madre y hasta cierto punto es un orgullo que haya escogido a María como el máximo referente de maternidad, pero en mi humilde opinión, la ejecución no fue la más adecuada ni respetuosa utilizando ropa interior y profundos escotes.

¿Cuál es mi preocupación con todo esto? Primero, que se quede sólo en el lado superficial de la moda, el que no permanece. Y segundo, que traten de convertir a la Virgen en un ícono pop y se pierda el verdadero sentido de su lugar en la historia y se utilice su imagen en forma pero no en contenido.

Prefiero decir entonces que la Virgen María es un ejemplo eterno a seguir y por eso siempre estará presente en los distintos ámbitos de la cultura mundial.