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Hacia la gran guerra mundial por el agua
19 - 03 - 2017 - VATICANO - Organismos

«Francisco recoge el testimonio de San Juan Pablo II en la lucha contra la sequía», explicó a Vatican Insider monseñor Giampietro Del Toso, Secretario Delegado del Dicasterio vaticano para el Servicio al Desarrollo Humano Integral. (Giacomo Galeazzi-Vatican Insider)

Participando en el seminario sobre el derecho al agua organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias en la Casita Pío IV, Jorge Mario Bergoglio se preguntó si «estamos en camino hacia la gran guerra mundial por el agua», y su discurso llamó la atención sobre una cuestión geopolítica descuidada por la comunidad internacional.

La ONU prevé que, debido al cambio climático, antes de 2030 casi la mitad de los habitantes del planeta vivirá en zonas con elevado «estrés hídrico». África tendrá entre 75 y 250 millones de personas sometidas a esta presión. Además, la falta de agua en algunas zonas áridas y semi-áridas provocará el desplazamiento de entre 24 y 700 millones de personas.

En la encíclica «Laudato si’» sobre el cuidado de la casa común, Francisco afrontó la emergencia de la sequía. En continuidad, subrayó Del Todo, con su predecesor polaco, que en mayo de 1980, durante su viaje a Ghana y Costa de Marfil, se detuvo durante algunas horas en Ouguagadongu, capital de Burkina Faso (entonces se llamaba todavía Alto Volta) y lanzó un dramático llamado para que el mundo socorriera a los países del Sahel, en donde se estaba viviendo «la gran sed». «Yo, Juan Pablo II, obispo de Roma y sucesor de Pedro —dijo solemnemente el Papa—, no puedo callar cuando mis hermanos y hermanas se ven amenazados: hablo en nombre de los que no tienen voz, en nombre de los inocentes que mueren porque no tienen agua, no debemos esperar que la sequía llegue de nuevo, tremenda y devastadora». Y añadió: «No debemos esperar que de la arena llegue la muerte, no permitamos que el porvenir de estos pueblos se vea amenazado para siempre».

EL llamado de Wojtyla fue acogido principalmente por los católicos alemanes que, en noviembre del mismo año, en ocasión de la visita papal a Alemania, ofrecieron al Pontífice una generosa suma, que sirvió para la creación de una Fundación por el Sahel, encomendada, desde su nacimiento, al Pontificio Consejo Por Unum, que ahora forma parte del dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral.

El llamado de Francisco se conecta, subrayó Del Toso, con esa visita de hace 37 años de Juan Pablo II, en la franja del Sahel, es decir las bellas tierras quemadas por la sequía: Burkina Faso, Cabo Verde, Chad, Gambia, Guinea Bissau, Malí, Mauritania, Níger y Senegal. Mediante la ayuda de la Santa Sede solamente en los últimos años han sido financiados 43 proyectos en estas zonas centrales de África, con un apoyo de 550 mil dólares.Hasta ahora, la fundación vaticana ha realizado 3200 infraestructuras en contra de la sequía, por un total de 37 millones de dólares. Signos concretos de la atención con respecto a una situación general alarmante. Por ejemplo, en las zonas rurales de Kenya, solamente el 56,8% de la población tiene acceso al agua, y solo el 30% posee servicios higiénicos adecuados.

Los refugiados climáticos previstos a medio plazo por las organizaciones internacionales son, efectivamente, 150 millones. Se corren grandes riesgos de salud debido a la falta de higiene: 5 mil 600 millones de personas viven en zonas que se encuentran con elevados riesgos por la falta de recursos hídricos y por el estado de salud de la biodiversidad de los ambientes de aguas dulces. Según el informe de las Naciones Unidas, «con una población mundial de más de 6 mil millones, algunos países ya han tocado los límites de los propios recursos hídricos». El escenario se vuelve mucho más alarmante si se tiene en cuenta la plaga de la sequía que afecta a gran parte del sur del mundo, y el constante desaparecer de los hábitats acuáticos debido a la contaminación del mar y de los mantos acuíferos. Según la ONU, hay que afrontar el declive de la biodiversidad y la degradación de los ecosistemas, impedir la fuerte reducción (cuando no la desaparición) de forestas tropicales, zonas húmedas y mantos lacustres y fluviales.

«Papa Francisco ha citado las cifras oficiales publicadas por la ONU: cada día, miles de niños mueren debido a enfermedades relacionadas con el agua, y el agua contaminada es consumida cada día por millones de personas», subrayó el prelado. Por ello, el número 6 de los 17 Objetivos para el desarrollo sostenible planteados por la ONU en la Agenda para 2030, es el de «garantizar a todos la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y de las estructuras sanitarias». El agua es vida, advierte el informe anual de las Naciones Unidas: «El ciclo hídrico representa un elemento indispensable para todas las sociedades humanas, del cual dependen la salud y la supervivencia». Pero «el calentamiento de la superficie terrestre, provocado por el aumento de los gases (que incrementan el efecto invernadero natural), el cambio climático, la cada vez mayor difusión de prácticas para modificar el uso de suelos y los lechos de los ríos», además del aumento indiscriminado de la irrigación y de otros consumos hídricos, están determinando una emergencia para todo el planeta. Más del 25% de los ríos en el mundo se seca antes de llegar a los océanos».