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Hay una guerra mundial contra el matrimonio
01 - 10 - 2016 - IGLESIA - Europa

Encuentro de Papa Francisco con los religiosos, religiosas, seminaristas y laicos católicos de Georgia; los temas tratados: la fe, la vocación, el matrimonio, el ecumenismo, la mundanidad

Estas fueron las respuestas de Papa Francisco tras escuchar cuatro testimonios (de un hombre, una mujer, un seminarista y un sacerdote de la Iglesia armenia católica en Georgia) sobre los desafíos de los católicos georgianos.

Firmes en la fe

Buenas tardes. Gracias al querido hermano y gracias a ella, cuando tú hablaste al final y me vino a la cabeza: él es testigo, de algo que sucedió al final de la Misa en Tumerik. Yo ahora hablaré para todos, mezclando todas las preguntas. Acabada la misa, invité a subir al papamóvil a Su Excelencia y también al obispo de la Iglesia apostólica armenia de la misma ciudad. Éramos tres obispos, el obispo de Roma, el obispo católico de Tumerik y el obispo ortodoxo, pero no es ortodoxo, es apostólico, como si fuera ortodoxo, armenio. Es una bonita macedonia. Y dimos la vuelta y luego bajamos, ¿te acuerdas? Y cuando yo iba al coche, una viejita ahí, me hacía señas para que me acercara. ¿Cuántos años tenía? 80. No era viejita. (Risas). Pero parecía más, parecía de ochenta y tantos. Yo sentí en el corazón el deseo de acercarme a saludarla, porque estaba detrás de las vallas. Era una mujer humilde, muy humilde. Me saludó con amor, tenía un diente, como se hacía en otros tiempos, de oro. Y me dijo esto: “Yo soy armenia, pero vivo en Georgia. Y vine de Georgia”. Había viajado ocho o seis horas en autobús para ver al Papa. Después, al día siguiente, cuando iba a no sé dónde, dos horas más allá, me la volví a encontrar ahí. Y le dije, pero, Señora, usted vino de Georgia, muchas horas de viaje, y luego otras dos horas para verme. “Sí, me dijo, es la fe”. Tú hablaste de permanecer firmes en la fe. Permanecer firmes en la fe es el testimonio que dio esta mujer. Creía que Jesucristo, Hijo de Dios, había dejado a Pedro en la tierra, y ella quería ver a Pedro. Firmes en la fe significa capacidad de recibir de los demás la fe, conservarla y transmitirla.

Tú dijiste, hablando de permanecer firmes en la fe, mantener viva la memoria del pasado, la historia nacional y tener el valor de soñar y construir un futuro luminoso. Firmes en la fe significa no olvidar lo que hemos aprendido, es más, hacerlo crecer, y darlo a nuestros hijos. Y es por eso que en Cracovia les di como misión especial a los jóvenes que hablaran con los abuelos. Son los abuelos los que nos transmitieron la fe, y muchos de ustedes, que trabajan con los jóvenes, tienen que enseñarles a escuchar a los abuelos, a hablar con los abuelos, para recibir esa agua fresca de la fe. Y trabajarla en el presente, hacer que crezca, no ocultar en un cajón como ese, ¿no? Trabajarla, hacer que crezca y transmitirla a nuestros hijos. El Apóstol Pablo, hablando a su discípulo predilecto Timoteo, en la Segunda Carta, le decía que conservara firme la fe que había recibido de su mamá y de su abuela. Esta es la vía que nosotros debemos seguir, y esto nos hará madurar mucho: recibir la herencia, hacer que germine y darla. Una planta sin raíz no crece. Una fe sin la raíz (de la mamá y de la abuela) no crece. Pero también una fe que me fue dada y yo no la doy a los otros, a los más pequeños, a mis hijos (entre comillas), no crece. Así, para hacer un resumen, separa estar firme en la fe hay que tener memoria del pasado, valentía en el presente y esperanza en el futuro. Esto sobre permanecer firme en la fe. Y no se olviden de esa señora georgiana que era capaz de viajar seis o siete horas en autobús, en Armenia en la ciudad de Tumerik, para, al día siguiente ir a ver al Papa otra vez a Yerevan. No se olviden de esa imagen. Es una mujer armena pero de aquí, de Georgia, es de ustedes, y las mujeres georgianas tienen fama de ser mujeres de fe fuerte que sacan adelante a la Iglesia.

Vocación

Y tú Cote, una vez le dijiste a tu mamá que querías hacer lo que hacía ese hombre. Y al final de tu intervención dijiste que estabas orgulloso de ser católico y de convertirte en un sacerdote católico georgiano. Es todo un recorrido, tú no dijiste qué dijo tu mamá, ¿qué te dijo tu mamá cuando le dijiste yo quiero hacer lo que hace ese hombre? («Era pequeño y mi mamá dijo está bien, haz lo que hace ese hombre, pero era pequeño», respondió). Otra vez, la mamá, la mujer georgiana, fuerte. La mujer perdía un hijo, pero se lo daba a Dios, lo acompañó en su camino. Y la mamá también perdía la oportunidad de convertirse en suegra. Pero este es el inicio de una vocación, en la que siempre, la mamá, la abuela, pero tú dijiste la palabra clave: memoria. Conservar la memoria del primer llamado. Custodiar ese momento como tú custodias ese recuerdo (mamá yo quiero hacer lo que hace ese hombre), porque esto no es una fábula que vino a tu mente, vino el Espíritu Santo a tocarte, y custodiar eso es custodiar la gracia del Espíritu Santo (hablo con todos los curas y con las monjas, ¿eh?). Todos nosotros, en nuestra vida, tenemos o tendremos momentos oscuros. Incluso los consagrados tenemos momentos oscuros. Cuando parece que la cosa no va adelante, cuando hay dificultades de convivencia en la comunidad, en la diócesis. En esos momentos, lo que hay que hacer es detenerse, hacer memoria, memoria del momento en el que yo fui tocado o tocada por el Espíritu Santo. Como él dijo ( ). La perseverancia en la vocación está arraigada en la memoria de esa caricia que el Señor nos hizo, y nos dijo: “Ven, ve conmigo”. Y esto es lo que les aconsejo a todos ustedes, consagrados: no vuelvan atrás cuando hay dificultades. Y si quieren ver hacia atrás, la memoria de aquel momento, lo único. Y así, la fe permanece firme, la vocación permanece firme, pero con nuestras debilidades, con nuestros pecados (porque todos somos pecadores y todos necesitamos confesarnos). Pero la misericordia de Jesús es más grande que nuestros pecados.

Matrimonio

Y ahora yo quisiera hablar sobre dos cosas que ustedes dijeron. ¿Hace tanto frío en Kazajistán en invierno? ¿Sí? Pero sigues adelante lo mismo… Ahora, Irina, hemos hablado con el cura, con el religioso, con el cura, con los religiosos y consagrados sobre la fe firme… Pero, ¿cómo es la fe en el matrimonio? El matrimonio es la cosa más bella que Dios haya creado. La Biblia nos dice que Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen, es decir que el hombre y la mujer que se hacen una sola carne son la imagen de Dios. Yo entendí, Irina, cuando tú explicabas las dificultades que tantas veces surgen en el matrimonio (las incomprensibles, las tentaciones, resolvemos todo con el divorcio y así yo busco a otro, él busca a otra y empezamos de nuevo…). Irina, ¿tú sabes quién paga los gastos del divorcio? Dos personas pagan. ¿Quién paga? (Los dos) ¿Los dos? Más. Paga Dios, porque cuando se divorcia una sola carne ensucia la carne de Dios. Y pagan los niños, los hijos. Ustedes no saben, queridos hermanos y hermanas, cuánto sufren los niños, los hijos pequeños cuando ven las peleas y las separación de los padres. Hay que hacer de todo para salvar el matrimonio. Pero es normal que en el matrimonio haya peleas, es normal. Suceden, a veces vuelan los platos. Pero si es verdadero amor, ahí, se hace la paz inmediatamente. Yo le aconsejo a los matrimonios: peleen todo lo que quieran, pero no acaben el día sin hacer la paz. ¿Saben por qué? Porque la guerra fría del día después es peligrosísima. Cuántos matrimonios se salvan si tienen el valor de, al final del día, no hacer un discurso, sino una caricia, y se hace la paz. Es cierto, hay situaciones más complejas, cuando el diablo se mezcla y pone a una mujer ante el hombre, que le parece más bella que la suya. O cuando pone a un hombre frente a una mujer, que le parece más bueno que el suyo. Pidan ayuda inmediatamente, cuando venga esta tentación, pidan ayuda inmediatamente. Y esto, lo que decías de ayudar a las parejas, ¿cómo se ayuda a las parejas? Se las ayuda con la acogida, la cercanía, el acompañamiento, el discernimiento y la integración en el cuerpo de la Iglesia. Acoger, acompañar, discernir e integrar. En la comunidad católica hay que ayudar a salvar el matrimonio. Hay tres palabras, que son palabras de oro, en la vida del matrimonio: yo le preguntaría a un matrimonio ¿Ustedes se aman? Sí, dirán. ‘Y cuando hay algo que uno hace por el otro, ¿saben decir gracias? Y si alguno de los dos hace alguna diablura, ¿saben pedir perdón? Y si ustedes quieren sacar adelante un proyecto o un día en el campo, ¿saben pedir la opinión del otro?’ Tres palabras: ¿qué te parece, puedo?; gracias; perdón. Si en los matrimonios se usan estas tres palabras, el matrimonio saldrá adelante, ¿eh? es una gran ventaja. Tú, Irina, mencionaste a un gran enemigo hoy del matrimonio: la teoría de género. Hoy hay una guerra mundial para destruir al matrimonio. Hoy hay (pero no se destruye con las armas, sino con las ideas) colonizaciones ideológicas que destruyen. Por lo tanto, hay que defenderse de las colonizaciones ideológicas, si hay problemas, hacer la paz lo más pronto posible antes de que termine la jornada, y no se olviden de las tres palabras: permiso, gracias, perdón.

Mujer

Y tú, Kaka, hablaste de una Iglesia abierta, que no se encierre en sí misma, que sea una Iglesia para todos, una Iglesia madre (la mamá es así). Hay dos mujeres que Jesús quiso para todos nosotros: su Madre y su Esposa. Ambas se parecen; la Madre de Jesús, y Él nos la dejó como nuestra Madre. La Iglesia es la Esposa de Jesús, y también es nuestra madre. Con la Madre Iglesia y la Madre María se puede salir adelante seguro. Y ahí encontramos a la mujer otra vez. Parece que el Señor tiene una preferencia por las mujeres para sacar adelante en la fe. María la Santa Madre de Dios, la Iglesia, la Santa Esposa de Dios, incluso pecador en nosotros sus Hijos, y la mamá, la abuela, que nos han dado la fe. Y será María, será la Iglesia, será la abuela, será la mamá la que defienda la Iglesia. Sus antiguos monjes decían esto, escuchen bien: “Cuando hay turbulencias espirituales, hay que refugiarse bajo el manto de la Santa Madre de Dios”. Y María es el modelo de la Iglesia, de la mamá, de la mujer, de la mujer, porque la Iglesia es mujer, y María es mujer.

Ecumenismo

Ahora una última cosa. Lo dijo Cote, otra vez, te toca. El problema del ecumenismo. Nunca pelar. Dejemos que los teólogos estudien las cosas abstractas de la teología. ¿Qué tengo que hacer con un amigo, un vecino, una persona ortodoxa? Ser abierto, ser amigo. Pero ¿tengo que forzarlo para convertirlo? Hay un gran pecado contra el ecumenismo: el proselitismo. Nunca hay que hacer proselitismo con los ortodoxos. Son hermanos y hermanas nuestros, discípulos de Jesucristo, que por las situaciones históricas tan complejas, nos hemos vuelto así. Pero sean ellos o nosotros, creemos en el Padre, en el Hijo, en el Espíritu Santo. Creemos en la Santa Madre de Dios. Y ¿qué tengo que hacer? No condenes, no puedes. Amistad, caminar juntos, rezar unos por otros, rezar, y hacer obras de caridad juntos, cuando se puede. Es este el ecumenismo. Pero nunca condenar a un hermano o a una hermana, nunca dejar de saludarlo porque es ortodoxo.

Mundanidad

Y quisiera concluir también con el pobre Cote, pero… Santo Padre, tu dijiste, yo estoy orgulloso de ser católico y de convertirme en un sacerdote católico georgiano. A ti y a todos ustedes, los católicos georgianos, les pido por favor que nos defiendan de la mundanidad. Jesús nos habló muy fuerte contra la mundanidad. En el discurso de la última Cena, le pidió al Padre: defiéndelos de la mundanidad, defiéndelos del mundo. Pidamos esta gracia todos juntos. Que el Señor nos libre de la mundanidad. Que nos haga hombres y mujeres de Iglesia: firmes en la fe que hemos recibido de la abuela y de la mamá, firmes en la fe que está segura bajo la protección de la Santa Madre de Dios. Y así, como estamos, recemos a la Santa Madre de Dios. El Ave María. Ahora les daré la bendición y les pido, por favor, que recen por mí.(VATICAN INSIDER)