Siete intervenciones –una introducción y seis preguntas en varias lenguas– han guiado la conversación, en la que el Pontífice ha participado respondiendo en italiano.
El Santo Padre agradeció “esta visita tan amistosa” y el “esfuerzo de acercarse, porque la cercanía es una bendición de Dios”. Sin embargo –añadió– cuando nos alejamos vienen las cosas feas, las antipatías, las guerras. Y nuestra cercanía no es solamente física, de buena educación.
Asimismo, Francisco subrayó que “no se puede entender el cristianismo sin sus raíces judías. Y por eso un cristiano no puede ser antisemita”. El diálogo entre católicos y judíos –precisó– es un caminar juntos, acercarse el uno al otro, conocerse mejor, dialogar, hacer amistad e ir adelante.
Abordando la relación con los musulmanes, el Santo Padre respondió que en la base de la propio experiencia personal ayudan mucho en este proceso “la cercanía y la mansedumbre. No tener miedo de hablar”.
En esta línea observó que “el fundamentalismo es el enemigo del diálogo”. Y con los que no son fundamentalistas es necesario “hablar como hermanos”.(ZENIT)