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Colombia pide ayuda al Papa
21 - 04 - 2016 - IGLESIA - América

El gesto clamoroso del líder de la guerrilla latinoamericana: escribe al Papa pidiendo que la Santa Sede y la Iglesia colombiana apoyen todos los esfuerzos para llegar a un acuerdo con el gobierno. La negociación está por concluir, pero habría obstáculos políticos y militares.
 

Es un hecho sin precedentes: el líder de las Farc (las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, la mayor fuerza guerrillera en el país), Timoleón Jiménez, alias «Timochenko», escribió una carta abierta al Papa para que intervenga como mediador con el objetivo de llevar a buen puerto las negociaciones de paz en curso con el gobierno de Juan Manuel Santos. Las negociaciones entre las Farc y el ejecutivo comenzaron en 2012 y se llevan a cabo en el territorio neutral de Cuba; se encuentran muy cerca de una conclusión pero, justamente a pocos metros de la meta, parecen surgir obstáculos que podrían poner en discusión todo el camino ya hecho. La reanudación de actividades militares violentas, conducidas por escuadrones paramilitares en algunas zonas del país, y la oposición al acuerdo que han expresado algunos sectores de políticos como el ex-presidente Álvaro Uribe Vélez (del Partido del Centro Democrático) representan señales de alarma que hacen temer por la continuidad de las negociaciones. Sobre todo porque será necesario un amplio consenso popular para el fin verdadero de las hostilidades y para que se acepte un acuerdo que prevé muchos puntos que, a menudo, han retrasado el proceso de pacificación.

El jesuita Javier Giraldo, desde hace varias décadas comprometido en la promoción de la paz y en la defensa de las franjas más débiles de la población del país latinoamericano, subrayó hace algunos días la gravedad de algunos problemas al presentar el informe anual sobre los derechos humanos elaborado por el Cinep, el Centro de investigación y estudios populares. En una larga entrevista al periódico «Semana», el padre Giraldo afirmó: «En el informe evidenciamos el peso del paramilitarismo en las violaciones de los derechos humanos y en las agresiones a los defensores de derechos humanos. El año pasado hubo 1.889 violaciones a los derechos humanos por persecución política, abuso de autoridad e intolerancia social, lo cual implica amenazas, atentados, desapariciones, torturas y violencia sexual, entre otros delitos. La mitad de esas violaciones fueron cometidas por ‘paras’, lo cual evidencia que (contrario a lo que se afirma) el paramilitarismo en Colombia sigue vivo».

Según el jesuita, los vínculos entre estos grupos armados y las sociedades multinacionales que administran grandes plantaciones o las actividades mineras todavía son muy fuertes, mientras que los paramilitares controlan diferentes zonas cerca de la capital Bogotá; sin embargo, según el jesuita, en el presente nos encontramos frente a una mezcla de ideología anti-popular y criminalidad común sin un nexo directo con el gobierno, pero hay algunas conexiones con algunos ambientes económicos, militares y políticos. Para el gobierno de Bogotá, las Bacrim (bandas criminales, los nuevos grupos paramilitares), forman parte del crimen organizado relacionado con el tráfico de drogas y de armas y no tienen un perfil ideológico bien definido, por ello no sería completamente exacto hablar de paramilitares (aunque las Bacrim hubieran nacido gracias a la iniciativa de viejos líderes de los escuadrones paramilitares que surgieron para combatir a la guerrilla). En particular, tales grupos actuarían en sintonía con los cárteles de la droga.

Por otra parte, los nexos entre el narcotráfico y movimientos armados de diferente naturaleza e ideología en Colombia tienen una historia tristemente larga y dramática, cuyas mayores consecuencias han sido pagadas por los desplazados internos que huyen del conflicto civil y criminal desde hace décadas. En este marco difícil, pero en el que (y hay que recordarlo) las negociaciones entre las Farc y el gobierno han salido adelante hasta casi alcanzar la meta, llega la carta de «Timochenko» a Papa Francisco.

En el texto el líder de las Farc habla en términos muy positivos de las negociaciones con el gobierno de Juan Manuel Santos (ese que comenzó en La Habana en 2012), subraya el apoyo que han dado al proceso las Naciones Unidas, los Estados Unidos, la Unión Europea y otros organismos supranacionales americanos, destaca la importancia de la encíclica «Laudado si’» al haber desenmascarado las deformaciones del capitalismo. Se trata, pues, de un texto políticamente cauto, que reconoce un papel importante a la Santa Sede y a la Iglesia de Colombia, como sujetos capaces de ayudar al país para llegar a la paz deseada.

Sin embargo, afirma «Timochenko», «organizaciones paramilitares desatan en nuestro país una ofensiva criminal que apunta a desmoralizar a los amigos de la paz», una estrategia que se vale de la fuerza de las armas para frenar las negociaciones, y de esta manera «varias regiones del territorio nacional» viven intimidaciones. «Su acción nefasta —continúa la carta— coincide con la confabulación emprendida por sectores políticos beneficiarios de la guerra, que agitan los ánimos y pretenden movilizar la opinión pública en contra de los acuerdos alcanzados». «Creemos que nunca como ahora nuestra patria requiere la siembra del amor en donde crece el odio, la fuerza del perdón en donde hay la ofensa, el calor de la unión donde anida la discordia, la fe donde reinan las dudas, la verdad donde hay error. Y que en ello —indica— el poder de la Iglesia de Cristo está llamada a cumplir singular protagonismo». «Su Santidad ha dado muestra evidente de ese apostolado, recorriendo uno y otro lugar del planeta con su mensaje de amor. Pensamos —concluye la carta— que su Iglesia podría desplegar una tarea correspondiente en Colombia, desde la más humilde parroquia a sus más altas jerarquías: despertar en el corazón de los confundidos el respaldo a la paz y la reconciliación».

El mensaje es muy claro: se pide una mediación a dos niveles: a nivel político-diplomático y a nivel de movilización de la opinión pública para favorecer la conclusión positiva del proceso de paz. Es evidente que ha dejado huella la mediación que desempeñó la Santa Sede para que se retomaran las negociaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Colombia. Y ahora, el acuerdo ya ha sido alcanzado, lo único que falta es cerrarlo. Probablemente las Farc tratan de aprovechar los últimos meses de la presidencia de Barack Obama, es decir el importante visto bueno de la Casa Blanca en relación con las negociaciones en curso, porque no hay que dar por descontado que la próxima administración estadounidense «bendiga» el proceso de la misma manera. Como se sabe, la Santa Sede y el actual gobierno de Estados Unidos han creado una buena sintonía, y no hay que olvidar que en 2017 el Papa debería visitar Colombia; es más, los primeros preparativos para la visita ya comenzaron, pero el presupuesto para el viaje papal es, evidentemente, la firma de la paz entre las Farc y el gobierno, misma que pondría punto final a medio siglo de conflictos.

(Fuente: Vatincaninsider)