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La "Gaudium et Spes" de los ortodoxos
29 - 02 - 2016 - INTERRELIGIOSO - Ortodoxos

Concilio panortodoxo de Creta (en junio de este año), declaración sobre «La misión de la Iglesia ortodoxa en el mundo contemporáneo». Contiene una condena de las armas de destrucción masiva, denuncia el abismo entre ricos y pobres en el mundo e invita a acabar con cualquier forma de discriminación.

Un documento sobre la «Iglesia y el mundo contemporáneo», que será sometido al Concilio panortodoxo para su aprobación. Surge espontáneamente la comparación con la «Gaudium et Spes» (la constitución del Vaticano II que tenías el mismo título) al hojear los textos que la Sinaxis de los primados (la asamblea de los patriarcas de las Iglesias ortodoxas, que se reunieron en Suiza a finales de enero) decidió publicar en vista del distrito encuentro de los obispos de todas las Iglesias ortodoxas, que se llevará a cabo del 16 al 27 de junio en Creta.

El comunicado que difundieron los primados incluye los títulos de seis documentos que serán sometidos a la consideración del Concilio; pero el que lleva el título «La misión de la Iglesia ortodoxa en el mundo contemporáneo» es el primero mencionado; este texto, se precisa en el comunicado, fue aprobado por unanimidad (a diferencia, por ejemplo, del documento sobre el «matrimonio y sus impedimentos», que algunos patriarcas no votaron). El documento social ofrece una síntesis interesante del pensamiento de las Iglesias ortodoxas sobre algunos temas como la paz, la justicia, la libertad, la lucha contra toda discriminación.

El texto está compuesto por una introducción y seis bloques temáticos. «La Iglesia de Cristo vive en el mundo, pero no es de este mundo», son las primeras palabras que se refieren expresamente al capítulo 17 del Evangelio de Juan. «La Iglesia —continúan poco más abajo— no puede permanecer indiferente a los problemas del hombre de cualquier época histórica; al contrario, comparte su inquietud y los desafíos cotidianos, encargándose como su Señor del dolor y de las heridas provocadas por el mal que opera en el mundo; y, como el Buen Samaritano, con una palabra de paciencia y consuelo (Rm. 15, 4; Hb. 13, 22) y con la caridad operosa, derrama sobre estas heridas aceite y vino (Lc., 10, 34)».

El punto de referencia fundamental es la atención por la «dignidad de cada persona», cuyo respeto incondicional se basa en las Escrituras y en la enseñanza de los Padres. Pero esta dignidad es amenazada en donde falta el vinculo entre «la libertad y la responsabilidad». Esta es, sostienen las Iglesias ortodoxas, la raíz de «las imperfecciones y de las faltas que dominan el mundo moderno» (y el documento incluye un largo elenco que va desde la violencia hasta el descuido de las costumbres morales, desde las catástrofes hasta el racismo). De aquí nace la tarea, para la Iglesia ortodoxa, «de revelar la verdad de la libertad en Cristo», porque «la libertad sin responsabilidad y amor puede llevar a la pérdida de la libertad misma».

Con estas bases, el documento se adentra en algunas cuestiones específicas, y deduca dos secciones (la tercera y la cuarta) a los temas de la paz en la justicia. «La Iglesia de Cristo —se lee— condena la guerra en cuanto tal, juzgándola un fruto del mal y del pecado que existe en el mundo. Cada guerra amenaza con destruir la Creación que quiso Dios y la vida. Y esto vale especialmente para las guerras con armas de destrucción masiva, que tienen consecuencias terribles», cuyo efecto se extiende «también sobre las futuras generaciones». Se citan las armas «nucleares, químicas y bacteriológicas», y se condena cualquier guerra «inspirada por motivos nacionalistas y que lleva a la limpieza étnica, a la modificación de las fronteras entre los estados y a la ocupación de territorios». También «en las situaciones en las que la guerra es inevitable, la Iglesia tiene la tarea de poner en acto cualquier esfuerzo para un rápido restablecimiento de la paz».

La quinta sección está dedicada a la actitud de la Iglesia frente a las discriminaciones. «Independientemente del color de la piel, de la religión, de la etnia, del género, de la nacionalidad o de la lengua —se lee en el documento—, todas las personas son creadas a imagen y semejanza de Dios y son parte de la comunidad human». Para llevar a cabo su misión de salvación para el mundo, afirma el texto que será sometido al Concilio de Creta, «la Iglesia ortodoxa cuida activamente a todos los que necesitan ayuda, a los hambrientos, a los pobres, a los enfermos, a los inválidos, a los ancianos, a los perseguidos, a los prisioneros, a los que no tienen casa, a las víctimas de las catástrofes y de las guerras, a las víctimas de nuevas formas de esclavitud».

Esta parte y muchas de las ideas de la Encíclica de Papa Francisco «Laudado sii» son evidentes: se critica el abismo cada vez más grande entre los ricos y los pobres en el mundo, la especulación financiera, la concentración de la riqueza en manos de pocos, el perdurar del hambre. Se expresa preocupación por «la imposición de un estilo de vida consumista, desarraigado de los valores morales cristianos». Frente a la «crisis ecológica», se exhorta a toda la Iglesia a «hacer todo lo que su fuerza espiritual le permita para promover la protección de la Creación de las consecuencias de la avidez humana». Para concluir, el documento se ocupa del tema de la investigación científica, sobre todo en relación con el delicado sector de la biotecnología; se invita en el texto a las iglesias ortodoxas a observar como criterio «el absoluto derecho de la persona a ser respetada en cada estado de la propia vida».

(Fuente: Vaticaninsider)