La mayoría de los jóvenes pasan su tiempo en las redes sociales, chateando con sus amigos, viendo películas o escuchando música, pero Joanna era diferentes. A ella no la importaban los “me gusta” en Instagram y utilizaba internet para hacerse con un pasaporte falso y averiguar cómo viajar rumbo a Siria.

“Yo intentaba obtener un pasaporte para ir a Siria, Tenía nombres y contactos, y esta mujer me habló en las redes sociales; quería ir a Siria con alguien, no quería ir sola”, cuenta Joanna, que fue criada en la religión católica. Sin embargo, durante su adolescencia, decidió convertirse al Islam.

Jeanne, su madre, cuenta que siempre fue una niña “que aprendía muy rápido y estaba muy interesada en la religión. A los seis años ya se mostraba muy interesada en las diferentes creencias”. A medida que fue criando, Joanna fue acercándose al Islam: “Yo estaba muy involucrada en el cristianismo pero, en algún momento, el cristianismo no me dio lo que yo quería; no respondió a algunas de mis preguntas y no me gustan las tradiciones, así que, en su lugar, entré en el islam”.

Su círculo de amigos había resultado fundamental para entender su conversión. “”Yo tenía muchos amigos musulmanes, leí el Corán… y cuando leía una página quería leer otra y otra; esta religión parecía coincidir con lo que yo quería”, recuerda Joanna.

La joven se aislaba cada vez más de su familia y eso allanaba el camino para que pudieran manipularla. El Estado Islámico no tardó en entrar en contacto con ella: “Recibí una gran cantidad de mensajes, estuve en contacto con ellos y me hicieron sentir que mi vida tenía sentido, me hicieron sentir que yo tenía un papel importante en la Tierra”.

Su madre pronto entendió que la obsesión de Joanna con el islam estaba muy lejos de ser una rebeldía adolescente: “Ella evitaba cualquier discusión”. “Muchas personas te dirán que es tan solo la adolescencia, pero no es tan solo eso… es algo diferente cuando se trata de la radicalización”, explica. Sin embargo, Jeanne nunca fue consciente del peligro que corría su hija hasta que un día le llamó “infiel”. Fue entonces cuando acudió a las autoridades.

Joanna tuvo la suerte de despertar del sueño yihadista antes de encontrarse en Siria; su compañera musulmana, Hanane, no fue tan afortunada. Se sintió muy atraída por Siria, donde los terroristas le habían prometido que estaba el “paraíso” sin racismo, ni codicia, únicamente guiado por los principios del islam.

Al llegar a Siria nada funcionaba como estaba previsto y pronto fue obligada a casar con un combatiente del Estado Islámico. Hanane entonces se negó y fue aprisionada, golpeada y acusada de ser una espía. Incluso sus amigas se volvieron en su contra.

Finalmente, un tribunal yihadista dictaminó que no había suficientes testigos para condenar y, tras varias semanas en prisión, convenció a su carcelero para que la dejara huir rumbo a la frontera. Al regresar a Francia, Hanane se tuvo también a las autoridades por formar parte de una organización terrorista.

(Fuente: infovaticana)