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El Papa ya está en América del sur
06 - 07 - 2015 - IGLESIA - América

Francisco llegó a Quito, primera etapa de su viaje sudamericano. Pidió apreciar “las diferencias” y promover el diálogo y la participación sin exclusiones, para que “los pasos hacia adelante en el progreso y en el desarrollo que se están obteniendo garanticen un futuro mejor para todos”. Pero también envía un mensaje a la Iglesia, para que colabore más en la ayuda para los pobres.

“Doy gracias a Dios por haberme permitido volver a América Latina… Visité Ecuador en diferentes ocasiones por motivos pastorales; así también hoy vengo como testigo de la misericordia de Dios y de la fe en Jesucristo”. Francisco sonríe a los fieles que lo recibieron en el aeropuerto de Quito, después del largo vuelo que duró 13 horas: la ceremonia de bienvenida es la primera etapa del viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay. El estaba cielo nublado y había un fuerte viento, que hizo volar el solideo del Papa mientras comenzaba a bajar las escaleras del Airbus de Alitalia que acababa de aterrizar. Este regreso a América Latina sigue el estilo de los primeros viajes europeos: no a grandes países, sino a los más periféricos. Los países que necesitan más impulsos en sus procesos de cambio y de desarrollo.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, citado en su discurso la “Evangelii gaudium” y la enclíclica “Laudato si’”, refiriéndose al gran pecado social de América Latina, “que es la injusticia”, e indicó que debe exigirse “la justa distribución de la riqueza”.


El Papa agradeció al presidente con estas palabras: "agradezco su consonancia con mi pensamiento. Me ha citado demasiado. Gracias...", y lo felicitó “por el cumplimiento” de su misión. Misión nada fácil para un líder de estado de izquierda que ha criticado la ideología de género, que propone la creación de una autoridad internacional para la justicia ambiental y que está poniendo en práctica políticas de inclusión social. Correa, además, pretende introducir dos leyes sobre la plusvalía y sobre las herencias, una especie de ley “patrimonial” criticada tanto por los propietarios más ricos como por la clase media que teme perder las casas compradas para sus descendientes. Los que se oponen a Correa se están manifestando por todo el país, pero ya declararon que no pretenden disturbar al Papa durante el viaje. Palabras que representan también un claro mensaje a la Iglesia ecuatoriana.

 

Francisco recordó, en su primer discurso del viaje, el aporte que ha ofrecido la fe cristiana para plasmar la identidad de este pueblo. “Hoy, también nosotros -indicó Francisco- podemos encontrar en el Evangelio las claves que nos permiten afrontar los desafíos de la actualidad, apreciando las diferencias, promoviendo el diálogo y la participación sin exclusiones, para que los pasos hacia adelante en el progreso y el desarrollo que se están obteniendo y que se consoliden y garanticen un futuro mejor para todos, dedicando una atención especial por nuestros hermanos más frágiles y por las minorías más vulnerables”. El Pontífice latinoamericano aseguró que para lograr este objetivo, “el Señor presidente podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia, para servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie con dignidad”. Apoyo y colaboración, pues, a las políticas incluyentes en un país en el que el 2% de las familias tiene el control del 90% de las empresas. Un país que se dirige hacia una mayor justicia social, pues los niveles de pobreza absoluta han disminuido (entre 1999 y 2010) del 40 al 20%, y que en la actualidad representa la octava economía de América Latina.

 

Francisco concluyó su discurso recordando que en Ecuador se encuentra “el punto más cercano al espacio exterior” de todo el planeta, pues el Chimborazo, la cima más alta de los Andes ecuatorianos, se encuentra en el Ecuador y es la montaña con la cima más alejada del centro de la tierra. Por ello este lugar es conocido como el lugar “más cercano al sol, a la luna y a las estrellas”. El Papa añadió: “Nosotros, los cristianos, identificamos a Jesucristo con el sol, y a la luna con la Iglesia, y la luna no tiene luz propia; y si la luna se esconde del sol, vuelve oscura; el sol es Jesucristo y si la Iglesia se aparta o se esconde de Jesucristo se vuelve oscura y no da testimonio. Que en estos días se nos haga más evidente a todos nosotros la cercanía del ‘sol que nace desde lo alto’, y que seamos reflejo de su luz, de su amor”. Un pasaje que incluye una comparación de los Padres de la Iglesia, citado por el entonces cardenal Bergoglio en su intervención antes del Cónclave como llamado a salir de la auto-referencialidad.

 

“Desde aquí -concluyó el Papa- quiero abrazar al Ecuador entero. Desde la cima del Chimborazo, hasta la costa del Pacífico; desde la selva amazónica hasta las islas Galápagos; no pierdan nunca la capacidad de dar gracias a Dios por lo que hizo y por lo que hace por ustedes; la capacidad de defender lo pequeño y lo sencillo, de cuidar de sus niños y ancianos, que son la memoria de su pueblo, de confiar en la juventud y de maravillarse por la nobleza de su gente y por la belleza singular de su país, que según el señor Presidente es el paraíso”. Correa, durante su discurso, había bromeado de esta manera el Pontífice: “El Papa es argentino, y la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, dijo que Dios es brasileño. Sí, pero el Paraíso es ecuatoriano”. Al salir del aeropuerto, el Papa pudo ver una verdadera una multitud, en la que también había algunos grupos que se oponen al gobierno de Correa, que gritaban consignas.(Andrea Tornielli-VATICAN INSIDER)