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El Papa elogia el hábito franciscano
27 - 05 - 2015 - IGLESIA - Vida religiosa

«Ustedes heredaron una autoridad en el pueblo de Dios con la minoridad, con la hermandad, con la mansedumbre, con la pobreza: por favor, consérvenla, no la pierdan, el pueblo los quiere y los ama». Papa Francisco se dirigió a 200 frailes menores, reunidos en estos días en Asís para el Capítulo general, después de un escándalo financiero en el que se vio involucrada la orden no hace mucho.

El ministro general, el padre Michael Perry, que acaba de ser reelegido para un nuevo mandato de otros seis años, se refirió explícitamente al hecho de que «a veces sucede que nuestro testimonio de vida vacila y nos hace poco creíbles» y que el compromiso «a la minoridad y a la pobreza» falta, como «desgraciadamente sucedió con recientes decisiones de gestión discutibles», sobre las que discutió el capítulo general, y concluyó expresando el deseo de que estos hechos «problemáticos y provocadores» representen una muerte a la que seguirá una resurrección.

«Es importante –dijo el Papa, que no se refirió explícitamente al escándalo financiero– que sea recuperada la conciencia de ser portavoces de misericordia, de reconciliación y de paz. Realicen fructuosamente esta vocación y misión y serán cada vez más una congregación “en salida”». El Papa después citó a San Francisco: «Aconsejo, amonesto y exhorto a mis hermanos en el Señor Jesucristo, que cuando vayan por el mundo, no se peleen y eviten las disputas de palabras y que no juzguen a los demás; sino que sean mansos, pacíficos y modestos, humildes, hablando honestamente con todos... En cualquier casa a la que entren, sigan antes que nada: “Paz a esta casa”, y que “les sea lícito comer de todas las comidas que les pongan delante”. Esto último es bueno, ¿eh?», añadió el Papa entre las carcajadas de los presentes. «Estas exhortaciones –prosiguió Bergoglio– son de gran actualidad; son profecía de fraternidad y de minoridad incluso para nuestro mundo de hoy. Qué importante es vivir una existencia cristiana y religiosa sin perderse en disputas y chismes –prosiguió–, cultivando un diálogo sereno con todos, con suavidad, mansedumbre y humildad, con medios pobres, anunciando la paz y viviendo sobriamente, contentos de lo que nos es ofrecido. Esto exige –subrayó– también un compromiso decidido en la transparencia, en el uso ético y solidario de los bienes, en un estilo de sobriedad y de despojo. Si, por el contrario, están apegados a los bienes y a las riquezas del mundo, y ponen allí sus seguridades, será justamente el Señor quien los despoje de este espíritu de mundanidad para preservar el precioso patrimonio de minoridad y de pobreza al que los ha llamado por medio de San Francisco. O ustedes son libremente pobres y menores o acaban despojados».

«La luz y la fuerza del Espíritu», dijo el Papa, «los ayudarán para afrontar los desafíos que están ante ustedes, en particular la disminución numérica, el envejecimiento y la disminución de las nuevas vocaciones». Y después añadió: «El pueblo de Dios los ama. El cardenal Quarracino (Antonio Quarracino, arzobispo de Buenos Aires antes de Bergoglio, ndr.) una vez me dijo más o menos estas palabras: en nuestras ciudades hay grupos o personas un poco “come-curas”, y cuando pasa un sacerdote dicen “Cuervo”, o cosas de ese tipo, los insultan un poco. Nunca, nunca, nunca, nunca, me decía Quarracino, dicen estas cosas a un hábito franciscano. ¿Por qué? Ustedes heredaron una autoridad en el pueblo de Dios, con la minoridad, con la hermandad, con la mansedumbre, con la humildad y la pobreza: ¡por favor, consérvenla, no la pierdan, el pueblo los quiere y los ama! Que pueda animarlos en su camino –prosiguió– el aprecio de mucha buena gente, así como el afecto y el aprecio de los pastores. Encomiendo toda la orden a la materna protección de la Virgen María, por ustedes venerada como especial patrona con el título de Inmaculada. Que los acompañe también mi bendición, que imparto de corazón, y, por favor, no se olviden de rezar por mí».(VATICAN INSIDER)