Para festejar el caos y el horror sembrados en Ramadi, los yihadistas decidieron realizar un desfile por las calles aún manchadas de sangre, en el que también participaron niños armados con ametralladoras y fusiles. Estas demostraciones de fuerza tienen como objetivo infundir miedo en la población, al igual que la difusión de las imágenes de las ejecuciones y de los cuerpos mutilados y abandonados en las calles.
‘Ramadí será un baño de sangre’
El Gobierno iraquí ha advertido que “Ramadi será un baño de sangre”, ya que se teme que los terroristas asesinen a todos aquellos que sean sospechosos de haber colaborado con las autoridades. Tal es la gravedad de la situación, que el Gobierno iraquí ha aceptado la ayuda de unos 3.000 milicianos chiíes que han viajado hasta la base militar de Habaniya, próximo objetivo de ISIS, para intentar recuperar Ramadi.
La caída de Ramadi ha supuesto un duro golpe en la lucha contra los yihadistas del que ejército iraquí tardará en recuperarse, entre otros motivos por la posición estratégica de la localidad. “Este es un grave contratiempo para el Ejército iraquí y para la estrategia de EEUU de golpear y, finalmente, vencer al ISIS”, ha afirmado Peter Mansoor, un ex coronel de las Fuerzas Armadas estadounidenses y analista militar de la cadena CNN.
ISIS resiste a los ataques de la coalición internacional y se hace fuerte en Irak, donde ya ha proclamado un califato y ha hecho un llamamiento a “todos los suníes” para que se unan para “cortar las gargantas” de los chiíes.

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