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Castro y Francisco juntos en Roma
10 - 05 - 2015 - CULTURA - PolĂ­tica

Un cara a cara “familiar”. Un diálogo coloquial y distendido. Así fue la audiencia que sostuvieron el Papa Francisco y el presidente de Cuba, Raúl Castro Ruz, la mañana de este domingo en El Vaticano. Los dos, en estricta soledad, conversaron por 55 minutos. Hablaron del viaje apostólico a la isla de septiembre próximo y el mandatario agradeció por la intervención pontificia en el “deshielo” con Estados Unidos. “Hay que cubrir a los pobres, pero también ocuparse de su promoción”, dijo el Papa al cubano quien afirmó:"Volveré a rezar y a la Iglesia". 

Poco después de las 9:20 horas local, el líder católico llegó hasta la Plaza del Hongo, el ingreso posterior del Aula Pablo VI. Se trasladó caminando desde su residencia, la poco distante Casa Santa Marta, acompañado sólo por su mayordomo, que le sostenía un maletín negro de cuero.

Inmediatamente después se movilizaron hasta ahí el responsable para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, Paul Richard Gallagher y el sustituto de la Secretaría de Estado, Giovanni Angelo Becciu. Con ellos estuvo también Georg Gaenswein, prefecto de la Casa Pontificia, quien recibió a Castro en la puerta. Los diplomáticos saludaron sólo al inicio y después se retiraron.

“¡Bienvenido!” fue la palabra con la cual el Papa recibió a su invitado. De allí ambos se trasladaron hasta el estudio privado, donde permanecieron hasta pasadas las 10:25.

“El clima del coloquio fue extremamente cordial, familiar, fue una premisa para el próximo viaje, el presidente habló de la acogida y la expectativa del pueblo cubano para esta venida del Papa. El presidente Castro, antes de salir, dirigiudó luego a la delegación cubana, compuesta por unas 10 personas, entre ellas el imagen muestra al santo cubriendo con su manto éndose a los periodistas dijo que había venido también para agradecer al santo padre por su contribución para el mejoramiento de las relaciones con los Estados. En el coloquio privado hablaron largamente y sin intérpretes, esto habla del clima de familiaridad establecido”, explicó a los periodistas el director de la sala de prensa vaticana, Federico Lombardi.

Tras el cara a cara tuvo lugar un breve intercambio de regalos. El presidente le obsequió al obispo de Roma una medalla conmemorativa de los 200 años de la Catedral de La Habana, de la cual sólo se fabricaron 25. Además le entregó un cuadro obra del pintor cubano Kcho que representaba una gran cruz realizada con barcazas y a cuyos pies se puede ver un hombre rezando.

El artista, especialmente interesado en los temas sociales, en 2014 presentó una muestra en el Palacio de la Cancillería de Roma y en esa ocasión le mandó una carta a Francisco que el pontífice entonces respondió.

“La inspiración le vino del viaje del Papa a (la isla italiana de) Lampedusa, su preocupación por los problemas de los migrantes y los refugiados. La inspiración porque se basó también en que el Papa ha llevado a la atención mundial el problema de los migrantes”, añadió Lombardi.

Por su parte, Jorge Mario Bergoglio obsequió un medallón con la imagen de San Martín de Tours y al hacerlo explicó al presidente que él suele regalarlo con mucho gusto a los jefes de Estado que lo visitan porque la imagen muestra al santo cubriendo con su manto a un pobre. “Hay que cubrir a los pobres, pero también ocuparse de su promoción”, insistió.

También donó una copia de su exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” (La alegría del evangelio) y explicó que el texto “tiene una parte religiosa y una parte social”, agregando otra frase: “Aquí hay una de las declaraciones que a usted tanto le gustan”.

El líder católico saludó luego a la delegación cubana, compuesta por unas 10 personas, entre ellas el vicepresidente del Consejo de Ministros, Ricardo Cabrizas Ruíz; el canciller Bruno Rodríguez y el embajador ante la Santa Sede, Rodney Alejandro López Clemente. Acompañó a su invitado hasta la puerta, donde ambos se despidieron. Más tarde, al salir del Aula Pablo VI, Francisco dirigió unas breves palabras a los periodistas que todavía estaban en el lugar. Los bendijo, les pidió que recen por él y concluyó, bromeando: “¡Seguro les arruiné el domingo!”. 

(VATICAN INSIDER)