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Un rabino y un experto abogan por cristianos perseguidos
22 - 01 - 2015 - INTERRELIGIOSO - Hebreos

"Se los deja solos e indefensos como a los judíos", denuncia un conocido rabino. Con la ilusión que esto facilite la paz con los musulmanes. El contexto de la situación descrito por un experto jesuita israelí 

Del viaje a Asia del papa Francisco queda en la memoria lo que dijo sobre las masacres de París, cuando mostró que comprendía la reacción violenta de quien ve insultada y escarnecida su propia fe: "Si un amigo me dice una mala palabra contra mi mamá, le llega un puñetazo! ¡Es normal! ¡Es normal!".

Estas palabras suyas han dado vuelta al mundo y han sonado como música para gran parte del mundo musulmán, que se solidariza con el asesinato de los impíos diseñadores de "Charlie Hebdo".

Pero en la misma conferencia de prensa Francisco dijo también otra cosa, al ser interrogado sobre los peligros por su seguridad: "Para mí, siempre el mejor modo de responder es la mansedumbre. Ser mansos, humildes como el pan, sin agredir".

Y estas otras palabras suyas han resonado como un mandamiento para los cristianos que habitan en tierra musulmana: poner la otra mejilla, aún cuando el enemigo no sólo los ofende y ridiculiza, sino que los mata en nombre de Alá.

En un vibrante comentario publicado en el "Corriere della Sera" del 13 de enero, un rabino italiano de los más estimados, Giuseppe Laras, de 79 años de edad, ex amigo fraterno del cardenal Carlo Maria Martini, puso en guardia respecto a la "estrategia desastrosa" de quienes creen que se debe "facilitar una paz cultural y religiosa con el Islam político", comenzando por "dejar solos a los judíos y al Estado de Israel" y prosiguiendo por dejar indefensos a los cristianos:

"Es una estrategia desastrosa que los cristianos árabes probaron con el panarabismo y el antisionismo. Los resultados son bien conocidos. Luego que casi todos los países islámicos se han sacado de encima a sus judíos, se han concentrado con violencias y masacres sobre las bien nutridas minorías cristianas. Es una historia que se repite y que va desde el genocidio armenio (hace un siglo) a los cristianos coptos de Egipto, a los cristianos etíopes y nigerianos, hasta en Mosul. Y muchos países europeos, toda la clase íntegra de intelectuales y muchos cristianos de Occidente tienen las manos chorreando sangre de los cristianos de Oriente, dado que han estado dispuestos a sacrificarlos en los altares del pacifismo, del oportunismo político, de un malentendido concepto de tolerancia, de la elegante cultura bien-pensante y radical, de la buena conciencia".

En la raíz de esta abdicación el rabino Laras ve el eclipse del judeo-cristianismo:

"La crisis que vivimos no es solamente económica y demográfica: es una crisis cultural y de valores, vinculada a la crisis del cristianismo y, en un cierto sentido, del conocimiento de la Biblia, la bisagra de toda nuestra cultura. Tenía razón el cardenal Carlo Maria Martini al decir que la Biblia es el libro del futuro de Europa y de Occidente, pero no fue escuchado. Tenía razón Benedicto XVI en la bien conocida conferencia de Regensburg [Ratisbona], pero fue víctima del descrédito mediático y cultural. Referirse a la Biblia como fundamento de la cultura y de la ética es un compromiso religioso posible, de extraordinaria fecundidad, compartible entre judíos y cristianos".

Pero volvamos a los cristianos que habitan en tierra musulmana y en particular en Medio Oriente. Una notable y actualizada contextualización de su dramática condición ha aparecido en el primer número de este año de "La Civiltà Cattolica", la revista de los jesuitas de Roma que es impresa con el control previo de las autoridades vaticanas.

El autor es David Neuhaus, un judío israelí que se convirtió al cristianismo e ingresó luego en la Compañía de Jesús, [actualmente] vicario del patriarcado latino de Jerusalén para los católicos de lengua hebrea.(Sandro Magister-CHIESA)

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EL PORVENIR DE LOS CRISTIANOS EN MEDIO ORIENTE

por David Neuhaus S.I.


Todo discurso que se puede hacer hoy sobre la situación de los cristianos en Medio Oriente debe comenzar tomando nota del miedo que ha golpeado a esas comunidades al ver las horribles escenas difundidas a partir de Irak y de Siria. […]

El miedo está asociado a una expresión que viene fácilmente a los labios de todo aquél que observa la situación presente: "la persecución de los cristianos". No hay ninguna duda que los cristianos son asesinados porque sus verdugos musulmanes extremistas los consideran infieles, politeístas o espías de Occidente.

Y sin embargo, como ha señalado el Comité Justicia y Paz de la asamblea de los ordinarios católicos de Tierra Santa: "En nombre de la verdad, debemos subrayar que los cristianos no son las únicas víctimas de esta violencia y de estos ataques feroces. Los musulmanes laicos, todos ellos señalados como herejes, cismáticos o simplemente no alineados son atacados y asesinados de la misma manera". […]


¿Miedo a qué?


El miedo es un mal consejero. Para afrontarlo y vencerlo, se lo debe entender. Los cristianos son una porción particularmente vulnerable del mundo árabe, porque un buen número de ellos se ha negado siempre a organizarse según líneas confesionales, como partidos políticos o milicias.

Durante décadas, desde fines del siglo XIX, los más motivados entre ellos desde el punto de vista político y social han consumidos sus energías para desarrollar en sus diferentes formas el nacionalismo árabe laico. En este proyecto han trabajado junto a musulmanes y a miembros de otras comunidades minoritarias con las que compartían las mismas convicciones.

Lo que se conoce normalmente con el nombre de "despertar árabe" se coronó exitosamente hasta que los árabes desarrollaron el sentido de la propia identidad, fundamentada en el idioma y en la cultura árabe-musulmana, en el ámbito de esa vasta región del mundo que fue el centro de las antiguas civilizaciones que dieron al mundo el judaísmo, el cristianismo y el Islam.

Sobre la ola de la guerra árabe-israelí de 1948, los regímenes monárquicos fueron derrocados por revoluciones nacionalistas en diversas regiones del mundo árabe. Pero a continuación estos regímenes, con frecuencia sostenidos firmemente por el ejército y la policía, se han transformado en dictaduras, instaurando brutales sistemas de represión, para sofocar toda oposición. Entre las víctimas de estos regímenes se encontraban miembros de algunos movimientos que buscaban reforzar la identidad musulmana y desarrollar modelos de gobierno islámicos y anti-occidentales.

El documento del Comité Justicia y Paz, antes citado, afirma: "bajo estos regímenes dictatoriales, los cristianos han vivido en una seguridad relativa. Temían que, en el caso en el que desapareciera esta autoridad fuerte, prevalecerían el caos y los grupos extremistas, los cuales, apoderándose del poder, ejercerían violencia y persecuciones. Esto explica por qué algunos cristianos tendían a apoyar a esos regímenes. Al contrario, la lealtad respecto a la propia fe y la preocupación por el bien del propio país habrían debido impulsarlos quizás a expresarse antes, proclamando la verdad e invocando las reformas necesarias para lograr una mayor justicia y un mayor respeto de los derechos humanos, junto a otros numerosos cristianos y musulmanes que se atrevieron a tomar la palabra".

Parece entonces que las peores pesadillas de los cristianos se hicieron realidad cuando los regímenes dictatoriales relativamente laicos fueron desafiados por el Islam político.

La irrupción de este último ha suscitado un miedo legítimo en los cristianos, quienes, en el mejor de los casos, se encuentran marginados en el interior de un sistema político que pone el acento en la identidad confesional y define a la sociedad en términos confesionales. Por el contrario, en el peor de los casos los cristianos son asesinados, atrapados en sus propias casas, privados de sus derechos y obligados a sufrir extorsiones y humillaciones. […]

El miedo puede ser superado en el momento en el que los cristianos entran directamente en contacto con los responsables de las distintas corrientes del Islam, pero también en el momento en el que los desafían a reflexionar sobre las consecuencias de sus ideologías y de sus perspectivas.

En efecto, diferentes corrientes islámicas ya han comenzado a reflexionar sobre el desafío representado por la diversidad confesional y ya han comenzado a dialogar con los cristianos.

El miedo tiende a hacer creer que todos los musulmanes defienden una sola perspectiva, en la que los cristianos no tendrían ningún lugar. Superar el miedo significa ser capaces de percibir la diversidad en el interior de ese fenómeno complejo que es el despertar islámico.


Superar el miedo y el aislamiento


El primer fruto del miedo es la tendencia a aislarse. Una tendencia visible entre los cristianos de Medio Oriente es su aislarse en los propios barrios, en sus propias instituciones y en sus propios círculos. Luego de haber rechazado durante décadas las tendencias aislacionistas en el campo político, algunos cristianos hoy querrían tener sus partidos políticos.

Los más extremistas proponen incluso que la identidad cristiana excluya el elemento árabe, su idioma y su cultura. Según esa perspectiva, los cristianos serían arameos en Siria, fenicios en el Líbano, coptos en Egipto, caldeos en Irak, arameos en Israel, pero sobre todo no árabes.

Superar el miedo y lo que se desprende de él, es decir, el aislamiento, supone que los cristianos salen de los guetos que se han impuesto, con el fin de encontrar a todos los que, en el mundo árabe en sentido amplio, son amenazados de la misma manera por perspectivas islámicas monolíticas que ponen en riesgo la composición misma de la sociedad medio-oriental.

En primer lugar, se debe reconocer que las primeras víctimas del extremismo islámico son precisamente los musulmanes que no están de acuerdo con el punto de vista de los extremistas. Éstos últimos han matado más musulmanes que cristianos. Un mayor número de musulmanes se ha escapado por miedo.

En segundo lugar, un peligro todavía mayor que el que golpea a los cristianos lo corren otras minorías, como los yazidíes, los drusos y los alauitas, porque los extremistas consideran que la fe y las prácticas de ellos van más allá de lo que un musulmán puede tolerar en cuanto a diversidad religiosa.

En tercer lugar, las distintas corrientes en el interior del Islam político no comparten una misma visión de las relaciones que han que mantener con los no-musulmanes. En medio de estas corrientes, los cristianos deben buscar a los que están dispuestos al encuentro y al diálogo. […]


Instituciones y discursos cristianos


En la exhortación "Ecclesia in Medio Oriente", Benedicto XVI pone el acento en el rol prioritario de las instituciones cristianas en la misión que llevan a cabo en esta parte del mundo. […]

Centenares de escuelas, de universidades y de instituciones para lo pobre, para los ancianos y los discapacitados, de hospitales y de otras instituciones que ofrecen educación y servicios sociales y que pertenecen a la Iglesia están esparcidas por todo el territorio de Medio Oriente.

En la práctica, todos estos institutos se caracterizan por su dedicación y por los servicios que ofrecen a las comunidades en las que se encuentran, y por la apertura respecto a cada persona y a todos, musulmanes y cristianos, al igual que a otras minorías. Estas instituciones revelan el rostro de una presencia cristiana que quiere servir no solamente a los cristianos, sino también a la sociedad en su conjunto.

Estas instituciones representan un progreso muy significativo más allá del miedo y del aislamiento. Particularmente importantes son las que sirven casi exclusivamente a poblaciones musulmanas, mostrando el rostro de una Iglesia que intenta contribuir a la construcción de una sociedad fundada sobre la convivencia y sobre el respeto. En la Franja de Gaza, el 98% de los alumnos de las escuelas cristianas son musulmanes.

Por otra parte, se puede recordar que luego de las revoluciones del partido Baaz en Irak y en Siria, casi todas las instituciones cristianas fueron nacionalizadas, y esto ha llevado a la desaparición de esta forma de presencia cristiana en la sociedad. Es posible que la actual catástrofe no esté privada de vínculos con este hecho. […]


La fe contra el miedo


Frente a los temores que los cristianos seguirán experimentado hasta que el Medio Oriente sea sacudido por la inestabilidad y por el caos, el único antídoto cristiano es la fe. Los cristianos llevan el nombre de su Maestro, quien no les ha prometido una vida fácil. A quien lo seguía, Cristo le ha dicho: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia la salvará" (Mc 8, 34-35). Estas palabras han guiado a generaciones de cristianos, quienes han dado su vida para dar testimonio de la propia fe en el Evangelio.

Se comprende fácilmente por qué muchos prefieren garantizar a los propios hijos un porvenir mejor en un mundo que parece más seguro, en Europa, en Estados Unidos o en Australia. Una diáspora de los cristianos medio-orientales puede incluso proporcionar un apoyo a cuantos deciden conscientemente permanecer o a los que simplemente no tienen los medios para partir.

Pero hay otros que, inspirados por su propio coraje, por su propia determinación y por su fe, a pesar de todas las circunstancias adversas, deciden permanecer en la tierra de los propios antepasados, porque saben que ello resulta de su vocación y de su misión, y deciden llevar el testimonio de Cristo en la tierra sobre la cual él ha caminado.

Estos son los cristianos que, con su sentido de la misión, aseguran el porvenir de la Iglesia en Medio Oriente. Ellos se han arremangado y no miran hacia atrás, no escapan. No tienen miedo; ni siquiera acusan; no se aíslan detrás de barreras confesionales; no se dejan paralizar por la propia amargura; más bien miran hacia adelante, buscando reconocer el camino que lleva más lejos.

La fe es la única vía segura, más allá del miedo y del aislamiento, que conduce hacia la apertura y el servicio, poniéndose a la búsqueda de Cristo y caminando siguiendo a Aquél que ha ido el encuentro de todos, también de los que estaban más lejos. La fe es el sentimiento profundamente arraigado que la victoria ya ha sido conquistada por la resurrección y que cualesquiera sean las cruces encontradas a lo largo del camino – el extremismo, el odio y el rechazo – las fuerzas de la muerte han sido superadas en la Cruz de Cristo. En definitiva, es la vida que vence.

En Medio Oriente, en medio de cristianos probados duramente, la renovación de la fe pasa seguramente a través de un sentido más consolidado de la unidad cristiana que supere las divisiones confesionales del pasado. En varias ocasiones el papa Francisco ha puesto el acento en el "ecumenismo de la sangre", tal como hizo en su discurso frente al Santo Sepulcro de Jerusalén, donde se encontraba en compañía de Bartolomé, el patriarca ecuménico de Constantinopla. […]

Del mismo modo, la renovación de la fe pasa a través de un esfuerzo en el diálogo con los musulmanes (y con los judíos en el territorio israelí-palestino), en el reclamo auténtico y honesto del respeto recíproco y en un trabajo compartido con la finalidad de construir una sociedad libre de la opresión, de la ignorancia y del miedo. Esto refuerza también el pedido para que haya igualdad entre los ciudadanos, gozando los mismos derechos y asumiendo las mismas obligaciones.

Esta es la voz de la fe que se puede percibir en la declaración de la Comisión Justicia y Paz, cuando afirma: "Nosotros rezamos por todos, por los que unen sus esfuerzos a los nuestros y por los que hoy nos hacen mal, e inclusive por los que nos matan. […] Nuestra única protección está en el Señor y, como Él, también nosotros ofrecemos nuestras vidas por quienes nos persiguen, así como también por los que, junto a nosotros, defienden el amor, la verdad y la dignidad".

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