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Métodos Maoístas en propaganda gay
09 - 10 - 2013 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Unión Gay

La Revolución Cultural China se aplicó científicamente y la manipulación del lenguaje fue clave para que las cosas fueran lo que las palabras dicen que son y no lo que realmente son. Un filósofo inglés ve que en la cuestión que gira en torno a las uniones gay se usa esta misma metodología.

George Orwell ya dijo todo en sus famosos ‘dos minutos de odio’ de la novela ‘1984’”, dice al Foglio el filósofo y comentarista inglés Roger Scruton.

“La cuestión homosexual es complicada y difícil, pero no puede encarcelar el pensamiento con leyes sobre la denominada ‘homofobia’ como la del Parlamento italiano, que lo único que hace es criminalizar la crítica intelectual sobre el matrimonio homosexual. Es un nuevo crimen intelectual, ideológico, como fue el anticomunismo durante la Guerra Fría”.

Docente de Filosofía en la St. Andrews University, setenta años, autor de una treintena de libros que le han convertido en el más célebre filósofo conservador inglés (ha sido definido por el Sunday Times, “la mente más brillante de nuestro tiempo”), Scruton comenta de este modo la ley que se está debatiendo en el Parlamento italiano sobre la criminalización de la “homofobia”. También Amnistía Internacional se está movilizando en apoyo de esta ley.

Como los juicios-farsa y el maoísmo
“Esta ley sobre la homofobia me recuerda a los juicios farsa-espectáculos de Moscú y de la China maoísta, en los que las victimas confesaban con entusiasmo sus propios crímenes antes de ser ajusticiados. En todas estas causas en las que los optimistas acusan a los opositores de ‘odio’ y ‘discurso del odio’ veo lo que el filósofo Michael Polanyi definió, en 1963, como ‘inversión moral’: si desapruebas el welfare (el bienestar social) te falta ‘compasión’; si te opones a la normalización de la homosexualidad eres un ‘homófobo’; si crees en la cultura occidental eres un ‘elitista’. La acusación de ‘homofobia’ significa el final de la carrera, sobre todo para quien trabaja en la universidad”.

Distorsionan el lenguaje: vuelve Orwell
Scruton sostiene que la manipulación de la verdad pasa a través de la distorsión del lenguaje, como en la obra de Orwell, con el nombre de “Neolengua”.

“La neolengua interviene cada vez que el propósito principal de la lengua, que es describir la realidad, es sustituido por el propósito opuesto: la afirmación del poder sobre ella. Aquí, el acto lingüístico fundamental coincide sólo superficialmente con la gramática asertiva. Las frases de la neolengua suenan como aserciones en las cuales la única lógica subyacente es la de la fórmula mágica: muestran el triunfo de las palabras sobre las cosas, la futilidad de la argumentación racional y el peligro de resistir al encantamiento. Como consecuencia, la neolengua desarrolla una sintaxis especial que, si bien está estrechamente conectada a la que se utiliza normalmente en las descripciones ordinarias, evita con cuidado rozar la realidad o confrontarse con la lógica de la argumentación racional. Es lo que Françoise Thom ha intentado ilustrar en su estudio, “La lengua de madera”. Thom ha puesto de relieve algunas de sus peculiaridades sintácticas: el uso de sustantivos en lugar de verbos directos; la presencia de la forma pasiva y de la construcción impersonal; el uso de comparativos en lugar de predicados; la omnipresencia del modo imperativo”.

La "homofobia", un fantasma

Con la ley sobre la homofobia, Scruton dice que “se intenta infundir en la mente del público la idea de una fuerza maligna que invade toda Europa, albergándola en los corazones y en la cabeza de la gente que ignora sus maquinaciones, y dirigiendo hacia el sendero del pecado incluso el proyecto más inocente. La neolengua niega la realidad y la endurece, transformándola en algo ajeno y resistente, algo ‘contra lo que luchar’ y a lo que ‘hay que vencer’. El lenguaje común da calor y ablanda; le neolengua congela y endurece. El discurso común genera, con sus mismos recursos, los conceptos que la neolengua prohíbe: correcto-incorrecto; justo-injusto; honesto-deshonesto; tuyo-mío”.

Una forma de “reeducación”
Scruton dice que se está expandiendo en los países europeos el miedo a la herejía. “Está emergiendo un sistema considerable de etiquetas semioficiales para prevenir la expresión de puntos de vista ‘peligrosos’. La amenaza se difunde de manera tan rápida en la sociedad que no es posible evitarla. Cuando las palabras se convierten en hechos, y los pensamientos son juzgados por la expresión, una especie de prudencia universal invade la vida intelectual".

Y detalla más lo que pasa cuando se habla con miedo: "La gente modera el lenguaje, sacrifica el estilo a una sintaxis más ‘inclusiva’, evita sexo, raza, género, religión. Cualquier frase o idioma que contenga un juicio sobre otra categoría o clase de personas puede convertirse, de la noche a la mañana, en objeto de estigmatización. Lo políticamente correcto es una censura blanda que permite mandar a la gente a la hoguera por pensamientos ‘prohibidos’

Quien disienta del lobby gay será "homófobo"
“Quien se angustie por todo esto y quiera expresar su protesta deberá luchar contra poderosas formas de censura. Quien disienta de lo que se está convirtiendo en ortodoxia en lo que respecta a los ‘derechos de los homosexuales’ es regularmente acusado de ‘homofobia’. En Estados Unidos hay comités encargados de examinar el nombramiento de los candidatos en el caso de que exista la sospecha de ‘homofobia’, liquidándolos una vez que se ha formulado la acusación: ‘No se puede aceptar la petición de esa mujer de formar parte de un jurado en un juicio, es una cristiana fundamentalista y homofóbica’”.

Según Scruton, se trata de una operación ideológica que recuerda, exactamente, la que tuvo lugar durante la Guerra Fría.

“Entonces se necesitaban definiciones que estigmatizaran al enemigo de la nación para justificar su expulsión: era un revisionista, un desviacionista, un izquierdista inmaduro, un socialista utopista, un social-fascista. El éxito de estas ‘etiquetas’ marginando y condenando al opositor corroboró la convicción comunista de que se puede cambiar la realidad cambiando el lenguaje.(R en L)