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Primera mujer al frente de una Universidad Pontificia
04 - 07 - 2014 - CULTURA - EducaciĆ³n

Fue la primera profesora en la facultad de Teología de la Pontificia Universidad Antonianum, el ateneo romano de los franciscanos; fue la primera que asumió el puesto de decano, equivalente al título de presidente, y ahora, en la era Jorge Mario Bergoglio, es la primera mujer que llega a ser rectora de una Pontificia universidad en la ciudad eterna. La franciscana Mary Melone, experta de San Antonio de Padua, fue elegida para dirigir el ateneo por la Congregación para la Educación católica.

Mary (Maria Domenica) Melone nació en La Spezia en 1964, después de terminar el bachillerato entró a la Congregación de las monjas franciscanas angelinas, en donde emitió la profesión temporal en 1986 y la perpetua en 1991. En 1992 obtuvo el título de licenciada en pedagogía en la Libera Università Maria Santissima Assunta, con su tesis “Corporeidad e intersubjetividad en Gabriel Marcel”. Después se dedicó al estudio de la teología en el Antonianum, en donde estudió de 1983 a 1987, en donde obtuvo el doctorado con la tesis “El Espíritu Santo en el “De Trinitate” de Riccardo di San Vittore”, publicada en 2001. De 2002 a 2008 fue presidenta del Instituto Superior de Ciencias Religiosas “Redemptor Hominis”; en 2011 fue elegida (por un colegio varonil) decana de Teología. Es presidenta de la Sociedad Italiana para la Investigación Teológica (Sirt). Además de diversos artículos y ensayos publicados en volúmenes colectivos y revistas (“Antonianum”, “Doctor Seraphicus”, “Freiburger Zeitschrift für Philosophie und Theologie”, “Italia francescana”, “Quaderni di spiritualità francescana”, “Ricerche teologiche”, “Studi francescani”, “Theotokos”), se ha ocupado de las ediciones, para la editorial de los Paulinos, de los volúmenes de Riccardo di San Vittore (“La preparación del alma a la contemplación: Benjamín menor”) y de San Antonio de Padua (“Caminar en la luz: sermones elegidos para el año litúrgico”). «La comunidad académica desea al nuevo Rector Magnífico, profesora Mary Melone, un proficuo trabajo a favor de la Pontificia Universidad Antonianum», se lee en una nota del ateneo que se encuentra en Vía Merulana. «Y agradece –continúa– al profesor Marín Carbajo Núñez por el generoso compromiso como Rector Magnífico».


«No me gustan este tipo de etiquetas, teología en femenino», afirmó Sor Melone en una entrevista con “L’Osservatore Romano” publicada en ocasión de su elección como decana de Teología. «Y, sobre todo, no me gustan las contraposiciones, a pesar de no ignorar que tal vez en el pasado había motivos para la contraposición. Tal vez incluso en el presente, no lo sé. Seguramente el espacio para las mujeres debe garantizarse más. Hablar de teología en femenino no corresponde con mi visión: existe solo la teología. La teología como búsqueda, como mirada dirigida hacia el misterio, como reflexión sobre este misterio. Pero justamente como tal debe hacerse con diferentes sensibilidades, esto sí. La forma de acercarse al misterio, la forma con la que una mujer reflexiona sobre este misterio que se da, que se revela, es seguramente diferente de la de un hombre. Pero no por contraposición. Yo creo en la teología, y creo que la teología hecha por una mujer es propia de una mujer. Diferente, pero sin reivindicaciones. De lo contrario parecería casi una instrumentalización de la teología, que, en cambio, es un campo que exige la honestidad de quien se sitúa frente al misterio». En cuanto al papel de las mujeres en la Iglesia, «claramente la mirada no puese ser medida según los tiempos de la Iglesia, que son tiempos que reflejan una maduración del pensamiento durante cientos de años», afirmó en la entrevista de 2011. «Pero, según mi opinión, existe un nuevo espacio y es real. Y también creo que es irreversible, en el sentido de que no es una concesión, sino un signo de los tiempos, y no hay marcha atrás. No es hacer finta. Creo que esto depende mucho de nosotras las mujeres. Somos nosotras las que debemos comenzar. La mujer no puede medir el espacio que tiene en la Iglesia con respecto al del hombre: tenemos nuestro espacio, que no es ni menor ni mayor que el de los hombres. Es nuestro espacio. Hasta que sigamos pensando que debemos obtener lo que tienen los hombres, no funcionará. Claro, aunque los pasos que hemos dado sean reales, no significa que hayamos hecho todo. Todavía se puede hacer mucho, pero el cambio existe, se ve, se advierte. Y pienso que (independientemente de mi persona) la elección de una mujer en una universidad pontificia también es un signo de ello. ¡La comisión que me eligió era masculina!». Entonces, ¿no se necesitan “cuotas rosa”? «No, cuotas no, sino colaboración. ¡Y es deseable que aumente la colaboración!».(VATICAN INSIDER)