El evento, la mayor reunión internacional celebrada nunca en torno a este tema, supone un fuerte compromiso con las víctimas y supervivientes –a menudo menores-, y para detener la cultura de la impunidad y asegurar que se aplique la justicia ahora y en el futuro.

La Cumbre está presidida por el Secretario de Relaciones Exteriores británico, William Hague, y la enviada especial del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, ACNUR, Angelina Jolie, con la participación de más de cien estados, informó Radio Vaticano.

Los debates abarcan tres aspectos principales de la cuestión global de cómo acabar con la violencia sexual en los conflictos: problema, progresos, prevención.

Además examinan el papel de las redes católicas, sus conocimientos y experiencia en zonas de conflicto; escuchan las voces de misioneros y misioneras que ayudan a las víctimas de la violencia; examinan las causas fundamentales, y promueven acciones prácticas contra el crimen de la violencia sexual.

El apostolado de la Iglesia católica, misioneros y misioneras y laicos apoyando y asistiendo a las víctimas, y las redes católicas tienen un papel importante que desempeñar en este esfuerzo internacional.

La Confederación de Caritas Internacional recuerda que la Iglesia provee asistencia médica a las víctimas de la violencia sexual en los conflictos, les da refugio y asesoramiento y se opone a la estigmatización. Y asegura que tenemos que decir a los victimarios que cambien sus vidas y dejen de perpetrar estos crímenes.

También se destacan las actividades comunitarias del Servicio Jesuita para los Refugiados, que ofrece a las víctimas de la violencia sexual un espacio para reconstruir sus vidas.

En todo el mundo - desde las remotas colinas del este del Congo a las zonas urbanas de Colombia – asegura esfuerzos por construir comunidades de esperanza.

Y señala que sin embargo, un futuro más justo depende de las acciones de los gobiernos que son necesarios para financiar la prestación de servicios médicos y psicosociales que salven vidas y para hacer cumplir las leyes que garanticen que los responsables rindan cuentas de sus crímenes.

En un informe publicado a finales de abril, la ONU recordó que la violación ha sido utilizada como arma de guerra en casi todos los grandes conflictos de las últimas décadas.

En Bosnia, 50.000 mujeres fueron víctimas de violación durante los cuatro años de guerra, mientras que en la República Democrática del Congo habría más de 200.000 víctimas de violencia sexual desde 1996, con cifras equivalentes a Ruanda durante el genocidio de 1994.

En algunos conflictos, la violación es incluso una práctica utilizada para propagar el virus del sida entre las mujeres o para causarles tales heridas que no puedan volver a tener hijos.

El pasado otoño, 144 países adoptaron la declaración iniciada por el Reino Unido para poner fin a la violencia sexual en los conflictos.(ALETEIA)