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Obispo holandés: “La liturgia no es un juguete de los papas; es patrimonio de la Iglesia»
27 - 07 - 2021 - GENERALES -
Sigue la ola de comentarios críticos contra el último motu proprio del Papa, y el último que nos llega, del obispo auxiliar emérito de Hertogenbosch, Rob Mutsaerts, es quizá el más duro procedente de un prelado. (Fuente: Infovaticana)

Mutsaerts es un viejo conocido de estas páginas, donde ha protagonizado noticias como ‘Obispo holandés elegido para el Sínodo de los Jóvenes se niega a asistir’, ‘Obispo holandés denuncia el intento del sínodo de crear ‘una nueva religión’, ‘El obispo Mutsaerts se une a la protesta contra la ‘idolatría’ de la Pachamama’ y ‘Obispo holandés: “Esperemos que el Papa destruya el documento final del sínodo”, lo que da una idea de que no es exactamente un entusiasta de la presente ‘renovación eclesial’. Finalmente, en marzo de 2020 tuvo que renunciar a su cargo de auxiliar de un obispo poco amigo de las controversias que parecen acompañar a Mutsaerts y que recoge en un blog que ya antes ha levantado numerosas ampollas. En esta ocasión vuelve por sus fueros, esta vez contra el motu proprio papal Traditionis custodes, contra el que no ahorra pólvora, precisamente, empezando por su titular: ‘Un edicto malvado del Papa Francisco’. El original está en holandés. Rogamos comprensión con la traducción: “El Papa Francisco promueve la sinodalidad: todos deben poder hablar, todos deben ser escuchados. Este no fue el caso de su motu proprio Traditionis Custodes , publicado recientemente , un ukase que debe poner fin de inmediato a la misa tradicional en latín. Al hacerlo, Francisco hace una enmienda a la totalidad del Summorum Pontificum , el motu proprio del Papa Benedicto que liberó la celebración de la antigua Misa. El hecho de que Francisco imponga su poder sin consulta alguna indica que está perdiendo autoridad. Ya era evidente antes, cuando la Conferencia Episcopal Alemana ignoró el parecer del Papa sobre el camino sinodal. Otro tanto ocurrió en Estados Unidos cuando el Papa Francisco pidió a la Conferencia Episcopal que no preparara un documento sobre la ‘coherencia eucarística’. El Papa debe de haber pensado que mejor no hacer más recomendaciones sino publicar una orden, justo para tratar de la Misa tradicional. El lenguaje empleado parece una declaración de guerra. Todo Papa desde Pablo VI siempre ha dejado espacios abiertos a la antigua Misa. Se hicieron cambios, pero menores, como, por ejemplo, los indultos de 1984 y 1989. Juan Pablo II creía firmemente que los obispos debían ser generosos permitiendo la Misa Tridentina. Benedicto XVI abrió la puerta de par en par con el Summorum Pontificum : «Lo que era sagrado entonces es sagrado ahora». Francisco cierra de un portazo con Traditionis Custodes. Parece una traición y es una bofetada a sus predecesores. Por cierto, la Iglesia nunca ha abolido las liturgias. Ni siquiera Trento. Francisco rompe completamente con esta tradición. El motu proprio contiene, concisa e imperiosamente, algunas propuestas y mandatos, que luego se explican con más detalle en una declaración más larga adjunta. Esta declaración contiene bastantes errores de hecho. Uno de ellos es la afirmación de que lo que hizo Pablo VI después del Vaticano II es lo mismo que hizo Pío V después de Trento. Está muy lejos de ser cierto. Recuérdese que antes de Trento había diversas versiones en circulación y aquí y allá surgían liturgias locales. La situación era un caos. Trento quería restaurar las liturgias, eliminar las inexactitudes y asegurar la ortodoxia. Trento no se preocupó por reescribir la liturgia, ni por nuevas adiciones, nuevas oraciones eucarísticas, un nuevo leccionario o un nuevo calendario. Se trataba de garantizar una continuidad orgánica ininterrumpida. El misal de 1570 se remonta al misal de 1474 y así sucesivamente hasta el siglo IV. Hubo continuidad desde el siglo IV en adelante. Después del siglo XV, hay cuatro siglos más de continuidad. De vez en cuando, había como mucho algunos cambios menores: la adición de una fiesta, conmemoración o rúbrica. En el documento conciliar Sacrosanctum Concilium, El Vaticano II demandaba reformas litúrgicas. A fin de cuentas, era un documento conservador. Se mantuvo el latín, los cantos gregorianos conservaron su lugar legítimo en la liturgia. Sin embargo, lo que siguió al Vaticano II está muy lejos de lo expresado por los documentos del concilio. El infame «espíritu del concilio» no se encuentra en ningún lugar en los textos del concilio. Sólo el 17% de las oraciones del antiguo misal de Trento se encuentran [intactas] en el nuevo misal de Pablo VI. Difícilmente se puede hablar de continuidad, de desarrollo orgánico. Benedicto se dio cuenta, y por eso dio un amplio espacio a la Misa Antigua. Incluso dijo que nadie necesitaba su permiso (“lo que era sagrado entonces sigue siendo sagrado ahora”).