Hablando de autorreferencialidad, esa de la que debemos huir, según el Santo Padre: la primera mujer con derecho a voto en un sínodo episcopal, la religiosa Nathalie Becquart, dirige una primera conferencia internacional después de recibir el curioso honor y la dedica a… las mujeres en la Iglesia. Déjenme que les hable de lo mío: ¿les he hablado ya de lo mío? Sor Nathalie fue nombrada por el Papa Francisco como subsecretaria de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos el 6 de febrero de 2021. La conferencia se realizará el viernes 18 de junio y tendrá una duración de dos horas. Podrá ser vista a las 9:00 a.m. en el tiempo horario de México, Perú, Colombia) a 10 a.m. Se sumarán a Sor Nathalie varios comentaristas como Mons. Jorge Eduardo Lozano, secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM); la Dra. Sophie Gadima, Ministra de Estado en África, la única católica en ser ministra en un gobierno musulmán; y Cristiane Murray ex vicedirectora de prensa de la Santa Sede. María Lia Zervino, presidenta de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas aseguró que el Papa Francisco, “con delicadeza y firmeza, está logrando que, lo que siempre ha sostenido la doctrina católica respecto a la igual dignidad de hombres y mujeres, se torne más real en la vida concreta de toda la Iglesia”, recoge ACIprensa. “En este sentido, el nombramiento de la hermana Natalie Becquart como subsecretaria del Sínodo de los Obispos, es un gesto altamente significativo. Esta conferencia será una gran oportunidad para conversar con la Hna. Becquart sobre cómo ha de ser el futuro papel de las mujeres en la Iglesia, laicas y consagradas, para avanzar en línea con el Papa Francisco”, comentó. Me declaro incapaz de determinar hasta qué punto pueda o no ser necesario, conveniente o positivo incorporar a mujeres a foros que, como su propio nombre parece indicar, se dirían reservados para obispos. De lo que sí estoy seguro es que si es bueno incorporarlas, lo es para que diserten, literalmente, de todo lo divino y lo humano, y no de esa estrecha obsesión moderna que gira sobre su propio colectivo. No se me ocurre peor manera de promocionar esta versión clerical del feminismo que esperando de las mujeres que hablen primero y principalmente de mujeres, y no de los mil problemas que aquejan a nuestra Iglesia, empezando por la acelerada descristianización de nuestra sociedad.