Con la citada encíclica, el Pontífice «invitaba a todas las personas de buena voluntad a cuidar la Tierra, que es nuestra casa común», indica en el mensaje. «Desde hace tiempo, esta casa que nos aloja sufre por las heridas que provocamos a causa de una actitud depredadora, que hace que nos sintamos dueños del planeta y de sus recursos y nos autoriza a un uso irresponsable de los bienes que Dios nos ha dado», advierte. Su Santidad sostiene que hoy, «estas heridas se manifiestan dramáticamente en una crisis ecológica sin precedentes que afecta al suelo, al aire, al agua y, en general, al ecosistema en el que viven los seres humanos». «La actual pandemia, además, ha sacado a la luz de forma todavía más aguda el clamor de la naturaleza y el de los pobres, que son los que más sufren las consecuencias, evidenciando que todo está interconectado y es interdependiente y que nuestra salud no está separada de la salud del ambiente en el que vivimos», alerta el Santo Padre. Reconozco que no tengo ni pajolera idea de asuntos climáticos, pero mi pobre intuición me animaba a pensar que, en un año en el que la mitad del planeta apenas se ha movido de sus casas -por citar un dato, en España hubo en 2020 un 77,3% menos de turistas-, la contaminación se habría reducido considerablemente y el «clamor de la naturaleza» se habría relajado un poco; pero, qué se yo. Necesitamos, manifiesta el Pontífice, «un nuevo enfoque ecológico que transforme nuestra manera de habitar el mundo, nuestros estilos de vida, nuestra relación con los recursos de la Tierra y, en general, nuestra forma de ver al ser humano y de vivir la vida». Una ecología humana integral, que involucra «no sólo las cuestiones ambientales sino al hombre en su totalidad, se vuelve capaz de escuchar el clamor de los pobres y de ser levadura para una nueva sociedad». Tenemos una gran responsabilidad, afirma Francisco, «especialmente con las generaciones futuras». «¿Qué mundo queremos dejar a nuestros niños y a nuestros jóvenes? ¡Nuestro egoísmo, nuestra indiferencia y nuestra irresponsabilidad amenazan su futuro!», exclama. El Papa renueva su llamamiento: «cuidemos de nuestra madre Tierra». El Santo Padre invita a superar «la tentación del egoísmo que nos vuelve depredadores de los recursos», a cultivar «el respeto por los dones de la Tierra y de la creación», a inaugurar «un estilo de vida y una sociedad por fin ecosostenibles». «De las manos de Dios hemos recibido un jardín; no podemos dejar un desierto a nuestros hijos», advierte. «Hoy me complace anunciar que el año de la Laudato si’ se traducirá en un proyecto de acción concreto, la Laudato si’ Action Platform, un camino de siete años en el que nuestras comunidades se esforzarán de diferentes maneras para llegar a ser totalmente sostenibles, en el espíritu de la ecología integral», anuncia el Santo Padre. Francisco invita a siete realidades «a emprender juntos este camino». A las familias; a las parroquias y las diócesis; a las escuelas y universidades; a los hospitales; a las empresas y haciendas agrícolas; a las organizaciones, grupos y movimientos; y a las instituciones religiosas. «Trabajar juntos. Sólo así podremos crear el futuro que queremos: un mundo más inclusivo, fraternal, pacífico y sostenible», afirma Su Santidad. «En un camino que durará siete años, nos dejaremos guiar por los siete objetivos de Laudato si’, que nos indicarán la dirección mientras perseguimos la visión de la ecología integral: la respuesta al clamor de la Tierra, la respuesta al clamor de los pobres, la economía ecológica, la adopción de un estilo de vida sencillo, la educación ecológica, la espiritualidad ecológica y el compromiso comunitario», explica el Papa. Francisco aseguró que aún hay esperanza. “Todos podemos colaborar, cada uno con su propia cultura y experiencia, cada uno con sus propias iniciativas y capacidades, para que nuestra madre Tierra recupere su belleza original y la creación vuelva a resplandecer según el proyecto de Dios”, señaló. “Que Dios bendiga a cada uno de vosotros y bendiga nuestra misión de reconstruir nuestra casa común”, concluyó el Santo Padre.