Francisco instituye la Jornada Mundial de los Abuelos
01 - 02 - 2021 - PAPADOS - Francisco
Asà lo anunció el Papa durante el ángelus de ayer: “Es importante que los abuelos se encuentren con sus nietos y que los nietos se encuentren con sus abuelosâ€. (Fuente: Infovaticana)
“El EspÃritu Santo suscita aún hoy en los ancianos pensamientos y palabras de sabidurÃa: su voz es preciosa porque canta las alabanzas de Dios y guarda las raÃces de los pueblosâ€, comentó Francisco ayer tras el rezo del Ãngelus en el Palacio Apostólico. “Nos recuerdan que la vejez es un regalo y que los abuelos son el eslabón entre las generaciones, para transmitir a los jóvenes experiencias de vida y de feâ€, añadió.
Su Santidad aseguró que a menudo se olvida a los abuelos y nosotros “olvidamos esta riqueza de preservar las raÃces y transmitirâ€. Por eso, el Santo Padre ha decidido instituir la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos, que se celebrará en toda la Iglesia cada año el cuarto domingo de julio, cerca de la fiesta de san JoaquÃn y santa Ana, “los “abuelos†de Jesúsâ€.
“Es importante que los abuelos se encuentren con sus nietos y que los nietos se encuentren con sus abuelos, porque —como dice el profeta Joel— los abuelos soñarán frente a sus nietos, tendrán ilusiones [grandes deseos], y los jóvenes, tomando fuerzas de sus abuelos, irán adelante, profetizaránâ€, señaló el Papa.
Les ofrecemos las palabras del Papa, publicadas en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos dÃas!
El pasaje evangélico de hoy (cf. Mc 1,21-28) relata un dÃa tÃpico del ministerio de Jesús, se trata concretamente de un sábado, dÃa dedicado al descanso y la oración, la gente iba a la sinagoga. En la sinagoga de Cafarnaúm, Jesús lee y comenta las Escrituras. Su manera de hablar atrae a los presentes, que quedan asombrados porque demuestra una autoridad diferente a la de los escribas (v. 22). Además, Jesús se revela poderoso también en las obras. Asà es, cuando un hombre en la sinagoga se vuelve contra él, llamándole el Santo de Dios, Jesús reconoce el espÃritu maligno, le ordena que salga de ese hombre y lo expulsa (vv. 23-26).
Aquà vemos los dos elementos caracterÃsticos de la acción de Jesús: la predicación y la obra taumatúrgica de curación: predica y cura. Ambos aspectos se destacan en el pasaje del evangelista Marcos, pero el que más sobresale es el de la predicación; el exorcismo se presenta para confirmar su “autoridad†singular y su enseñanza. Jesús predica con autoridad propia, como alguien que tiene una doctrina que procede de sà mismo, y no como los escribas que repetÃan tradiciones anteriores y leyes recibidas. RepetÃan palabras, palabras, palabras, solo palabras —como cantaba la gran Mina—. Eran asÃ: solo palabras. En Jesús, en cambio, la palabra tiene autoridad, Jesús tiene autoridad. Y esto toca el corazón. La enseñanza de Jesús tiene la misma autoridad de Dios que habla; de hecho, con una sola orden libera fácilmente al poseÃdo del maligno y lo cura. ¿Por qué? Porque su palabra obra lo que dice. Porque es el profeta definitivo. Pero, ¿por qué digo esto, qué es el profeta definitivo? Recordemos la promesa de Moisés. Dice Moisés: “Después de mÃ, más adelante, vendrá un profeta como yo —¡como yo!— que os enseñará†(cf. Dt 18,15). Moisés anuncia a Jesús como el profeta definitivo. Por eso [Jesús] no habla con autoridad humana, sino con autoridad divina, porque tiene el poder de ser el profeta definitivo, es decir, el Hijo de Dios que nos salva, nos sana a todos.
El segundo aspecto, el de las curaciones, muestra que la predicación de Cristo tiene como objetivo vencer el mal presente en el hombre y en el mundo. Su palabra apunta directamente contra el reino de Satanás, lo pone en crisis y lo hace retroceder, obligándolo a dejar el mundo. El poseÃdo —ese hombre poseÃdo, obseso—, tras la orden del Señor, es liberado y transformado en una nueva persona. Además, la predicación de Jesús pertenece a una lógica opuesta a la del mundo y del maligno: sus palabras se revelan como la alteración de un orden equivocado de las cosas. El diablo presente en el poseÃdo, de hecho, grita cuando Jesús se acerca: «¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a arruinarnos?» (v. 24). Estas expresiones indican la total diferencia entre Jesús y Satanás: están en planos completamente diferentes; no hay nada en común entre ellos; son opuestos entre sÃ. Jesús, que tiene autoridad, que atrae a las personas con su autoridad, y también el profeta que libera, el profeta prometido que es el Hijo de Dios que sana. ¿Escuchamos las palabras autorizadas de Jesús? Siempre, no os olvidéis de llevar en el bolsillo o el bolso un pequeño Evangelio, para leerlo durante el dÃa, para escuchar la palabra autorizada de Jesús. Y además, todos tenemos problemas, todos tenemos pecados, todos tenemos enfermedades espirituales. Pidamos a Jesús: “Jesús, tú eres el profeta, el Hijo de Dios, el que fue prometido para sanarnos. ¡Sáname!â€. Pedir a Jesús la curación de nuestros pecados, de nuestros males.
La Virgen MarÃa guardó siempre en su corazón las palabras y los gestos de Jesús, y lo siguió con total disponibilidad y fidelidad. Que Ella nos ayude también a nosotros a escucharlo y seguirlo, para experimentar en nuestra vida los signos de su salvación.
Después del Ãngelus
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