Por segunda vez en este año, el Consejo de Estado, máxima autoridad de la justicia administrativa, ordena al gobierno corregir sus disposiciones restrictivas con relación al culto. Para justificar su medida el Consejo de Estado sustentó que dicha restricción es desproporcionada y que la libertad de culto no es “de la misma naturaleza que los otros” derechos. Respondió así el Consejo de Estado al ‘référé liberté’ (pedido de protección de derechos) interpuesto por la Conferencia Episcopal de Francia y el arzobispo de París, Mons. Michel Aupetit. La argumentación de los jueces Expresaron los jueces que una limitación de máximo 30 personas sin tener en cuenta el área de superficie de los templos no está justificada por los riesgos propios a las ceremonias. “El artículo 29 del decreto de 27 de noviembre [pasado] autoriza al prefecto del departamento, a restringir (…) si esto fuera necesario para los edificios más importantes” estableciendo un techo “según el número de metros cuadrados por persona o un porcentaje de la capacidad de los sitios de culto”. Es por tanto ilógico encerrar los lugares de culto en un límite inmutable, cuando otros establecimientos como los comercios son sometidos a un límite según su área de superficie. De lo anterior, se evidencia que hay “un carácter desproporcionado en cuanto al objetivo de preservación de la salud pública y constituye así, habida cuenta del carácter esencial del componente en cuestión de la libertad de religión, una injerencia grave y manifiestamente ilícita en esta última”. Más claro, imposible. Un argumento que creará jurisprudencia Sin embargo, hay un argumento de más peso, que ciertamente sentará jurisprudencia: Afirmó el Consejo de Estado que si bien es cierto que hay otros establecimientos que reciben personas y que permanecen cerrados por precaución, como los cines y los teatros, “las actividades que allí se ejercen no son de la misma naturaleza y las libertades fundamentales que están en juego no son las mismas” que en un evento religioso. Es decir, la libertad de religión y la libertad de culto exigen una protección especial, más que otras libertades de expresión. Con información de Le Figaro.