La página de la diócesis de Estelí, al noroeste del país, posteó el lunes pasado la siguiente nota: “Al padre Luis Carrillo, de origen colombiano, que actualmente es párroco de la parroquia de San Judas Tadeo, perteneciente a la Diócesis de Estelí, le fue retirado el permiso de residencia en Nicaragua”. El P. Carrillo es uno de los 10 sacerdotes extranjeros que se encuentran ejerciendo su ministerio en esa jurisdicción. El padre Carrillo sale “con la cabeza en alto, por la puerta principal de lo que fue su parroquia, sin más inconveniente que anunciar el Evangelio de la verdad y denunciar las injusticias”, continúa la nota. “Se va sonriendo y con los ojos siempre puestos en Dios y en nuestra Santa Madre”. El post en Facebook es ilustrado por una foto que muestra al presbítero portando una mascarilla, lo que puede ser considerado un desafío a un gobierno que en todo momento ha negado la existencia de la pandemia del Covid 19. La Iglesia estableció centros de aislamientos para las personas que dieran positivo, pero el gobierno ordenó su cierre. Caso de P. Carrillo no es único Según recogió Crux al interior de la conferencia episcopal del país, son varios los sacerdotes que después de trabajar por décadas en Nicaragua, se enfrentan a la deportación. Y hay otros que reciben periódicamente visitas de aliados del gobierno monitoreando el contenido de las homilías para informar a las autoridades. La diócesis de Estelí ha sido blanco principal de los ataques contra la Iglesia. El pasado domingo fue atacada la parroquia de Cristo Rey y profanada la ermita dedicada a Santo Domingo. También el pasado lunes, la página web de la diócesis informaba que el gobierno había cerrado el Instituto Técnico de Agricultura, una institución regentada por la Iglesia que ofrecía educación a decenas de jóvenes. Ese ensañamiento contra la diócesis puede deberse también a que Mons. Abelardo Mata, su obispo, es uno de los más firmes críticos que enfrenta el régimen.