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12 - 09 - 2013 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Vida

La tendencia de suspender el nacimiento de los hijos para tiempos mejores con  la técnica de fecundación asistida, muestra que son más los embriones congelados que los nacimientos.

El Ministro de Salud de Italia publicó recientemente su informe al Parlamento sobre el estado de aplicación de la ley 40/2004 referida a la procreación médicamente asistida.

Entre las conclusiones del informe salta a la vista que aumentaron exponencialmente los embriones crioconservados. Mientras que en 2008 eran 763 embriones, en 2009 fueron 7.337, en 2010 16.280 y en 2011 18.798. 

En este sentido se puede advertir la paradoja: aumentan los embriones que se conciben y los que se congelan, pero no aumentan los nacimientos. Así, se corre el riesgo de continuar creando embriones que quedan sin destino cierto y sobre los que se ciernen amenazas de destrucción por los poderosos intereses biotecnológicos que quieren utilizarlos con fines experimentales. 

Sin embargo, en la sentencia 151/2009 de la Corte Constitucional se dispuso que tal límite de tres embriones no era constitucional y se dejó sólo la exigencia de sólo crear los embriones "estrictamente necesarios". Se explica así el salto en el número de embriones congelados entre 2008 y los años siguientes a 2009.

Otro dato que surge del informe es el aumento en la edad media de las mujeres que se someten a las técnicas: mientras que en 2008 la edad era de 34,3 años, en 2011 fue de 36,5. También aumentó el número de ciclos en mujeres mayores a 40 años, que fueron 30,5%, mientras que en 2008 eran 26,8%. La edad media de los varones que intervienen en las técnicas es de 39,9 años.

Las estadísticas continúan confirmando la enorme tasa de pérdidas embrionarias que conllevan las técnicas de fecundación artificial. Además, se advierte que el embrión humano está sometido a una creciente codicia para ser instrumentalizado en razón de su indudable capacidad vital. 

Así, la experiencia mundial señala la necesidad de impulsar rigurosos límites jurídicos para resguardar la dignidad de cada vida humana, que no puede quedar sometida a criterios técnicos que la convierten en el fruto de una lógica productiva.(AICA)