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Roberto de Mattei: “La Iglesia hoy es un campo de batalla”
29 - 01 - 2020 - IGLESIA - Europa

“Es la primera vez en Alemania que los católicos expresan resistencia pública a la Conferencia Episcopal”. Lo dijo Roberto de Mattei en una entrevista publicada en el periódico La Verità, realizada por Stefano Filippi y traducida por Secretum Meum Mihi. (Fuente: Infovaticana)

¿Cómo surgió la iniciativa bávara?

Es la tercera manifestación de Acies ordinata, la primera fuera de Italia. Las precedentes tuvieron lugar el año pasado en Roma: el 19 de febrero antes de la cumbre sobre el abuso sexual organizada por el Papa Francisco en el Vaticano y el 28 de septiembre, en vísperas de la apertura del sínodo sobre la Amazonía.

¿Por qué la transferencia alemana?

Múnich es la sede arzobispal del cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana que lanzó oficialmente el Synodalerweg el 4 de diciembre pasado, un sínodo “en progreso”, de hecho, permanente, que mira a transformar la Iglesia en Alemania y, por lo tanto, la Iglesia universal.

¿No sobrevalora la influencia de los obispos alemanes?

En Alemania hay una cultura teológica muy fuerte. El principal teólogo del Vaticano II y del postconcilio fue un alemán, Karl Rahner. Pocos días después de su elección, el primer teólogo citado por el Papa Francisco, incluso mostrando su libro, fue otro alemán, el cardenal Walter Kasper, quien a su vez fue discípulo de Rahner. La Conferencia Episcopal Alemana financió el sínodo pan-amazónico y lo dirigió teológicamente. Un cardenal brasileño de origen alemán, Cláudio Hummes, fue el relator general del último sínodo y es autor de una carta “secreta” enviada a los obispos de todo el mundo para prepararlos a la próxima exhortación post-sinodal del Papa Francisco, a quien está ligadísimo.

¿Cuántos estuvieron en Múnich?

Alrededor de 130, prevalentemente italianos y alemanes, pero también había estadounidenses, austriacos, británicos, franceses, chilenos.

¿Es un número significativo?

Sí, porque no hemos lanzado un llamamiento público. Los asistentes fueron invitados uno por uno de forma confidencial.

¿Cómo así tanta reserva?

Desafortunadamente, en Europa vivimos en un régimen donde no hay plena libertad de pensamiento y expresión. Una líder pro familia alemana en Múnich decía que desde hace dos años ha debido interrumpir las manifestaciones públicas porque cada vez había una contra-manifestación. Incluso en Italia, cada evento público con personajes fuertes contra el establecimiento político o eclesiástico corre riesgos parecidos.

¿Cuáles?

Sobre todo, perder la autorización de la plaza en el último momento por razones de orden público. Después, tener provocaciones e infiltraciones. Finalmente, las contra-manifestaciones que transforman la plaza en un caos. Nuestras manifestaciones son siempre ordenadas y pacíficas gracias al efecto sorpresa: comunicamos el evento a los periodistas el mismo día.

¿Por qué eligieron el nombre bélico de Acies ordinata?

Es el nombre elegido por una coalición internacional de católicos para expresar el espíritu combativo y ordenado con el que se manifiestan en la plaza pública. Un nombre tomado del Cantar de los cantares, poema bíblico de amor a Dios, tradicionalmente referido a la Virgen, definida terribilis ut castrorum acies ordinata, es decir, terrible como un ejército en orden de batalla. Es un aspecto inusual atribuido a la Virgen, que combate y gana y, en este caso, protege a los defensores de la fe de la confusión en la cual estamos inmersos.

Un ejército simbólico.

Naturalmente. Es una profesión de fe pública que, sin embargo, ha tenido un gran efecto mediático; todos los principales medios internacionales han hablado al respecto. Es la primera vez en Alemania que los católicos expresan resistencia pública a la Conferencia Episcopal.

Usted ha invitado a los católicos alemanes a que dejen de pagar a Kirchenstauer, es decir, el impuesto sobre el culto.

Un impuesto eclesiástico obligatorio entre el 8 y el 10% de los ingresos. Una cosa gravísima. En mi opinión, es un chantaje espiritual, porque quien no paga es excomulgado de hecho.

¿Además?

En Alemania, el Estado te pregunta si eres católico, y si lo eres el impuesto se transfiere automáticamente a la Iglesia. Los que no pagan no pueden bautizar a sus hijos o celebrar el funeral de un pariente en la iglesia. Es un acto de simonía: el criterio de adhesión o abandono la fe católica no puede ser el pago de un impuesto eclesiástico. Los heréticos, si pagan el impuesto, están dentro de la Iglesia. Los católicos ortodoxos son expulsados si no lo pagan.

En su opinión, ¿un católico para permanecer en la fe a la tradición de la Iglesia debería hacerse excomulgar?

Me doy cuenta que es un problema de conciencia muy delicado. En la conferencia de prensa que siguió a la manifestación, quise dar las razones teológicas, morales y canónicas por las cuales en conciencia uno tiene el derecho a no pagar el impuesto y los párrocos no tienen el derecho a negar los sacramentos. Después de que, en la práctica cada uno se regula según la conciencia.

¿La suya es una simple provocación?

Si incluso una pequeña minoría comenzara a moverse en esta dirección, podría meter en seria dificultad el sistema perverso que hace de la Conferencia Episcopal Alemana una enorme potencia económica, con cientos de miles de empleados. A los ojos del cristiano, la Iglesia alemana aparece como un aparato de hacienda y burocrático sometido a la opinión pública y a las autoridades civiles.

Los dineros también se utilizarán para obras de caridad.

Este impuesto es injusto incluso si los dineros se gastaran santamente. En realidad, se están utilizando para descatolizar Alemania. En el camino sinodal, los obispos alemanes quieren imponer el matrimonio de sacerdotes, la moral sexual libre, el sacerdocio de las mujeres, y así sucesivamente: ¿puede un católico financiar su proceso de secularización con sus impuestos?

¿Prefiere el 8 por mil italiano? (vendría a ser la X de la declaración de la renta en España)

Por supuesto: es libre y si no firmo no tengo consecuencias.

¿Usted lo paga?

En los últimos años ya no más. Y desaconsejo a los católicos que lo paguen después de la dirección tomada por la Conferencia Episcopal Italiana que aplica Amoris laetitia en su versión más radical.

Es decir, ¿se abre a los divorciados vueltos a casar?

También hay quienes animan la bendición de las parejas homosexuales. Y está la política pro inmigración. Los obispos italianos han dejado de recordarnos las verdades de la fe y de la moral católica, solo nos hablan sobre cuestiones políticas y sociológicas. No veo por qué debo financiar todo esto.

¿Cree que todos los obispos italianos piensan así?

El vértice de seguro. Ni siquiera todos los obispos alemanes piensan como el cardenal Marx. Pero las conferencias episcopales han asumido un papel hipertrófico, frustrando la autonomía del obispo en su propia diócesis. Todo esto no obstante que en la estructura jerárquica de la Iglesia deseada por Jesucristo están el Papa y los obispos, no las conferencias episcopales u otros organismos burocráticos que hoy vienen superpuesto a la divina constitución de la Iglesia.

Lo han definido como el hombre de Steve Bannon en Italia.

Sé quién es él, pero nunca lo conocido ni he tenido nunca ninguna relación con él.

¿Confirma que Monseñor Carlo Maria Viganò también estuvo en Múnich?

Sí. No sabía que tomaría posición en el despliegue. Ha sido su primera aparición pública en mucho tiempo, un gesto valiente que he apreciado mucho.

¿Lo ve de vez en cuando? ¿Sabe dónde vive?

Por supuesto que no. Después de todo, el nuestro también es un ejército invisible mientras no se manifiesta. Debemos movernos con prudencia para ser más libres.

¿Cómo supo Viganò sobre la manifestción de Munich?

Sigue atentamente todo lo que sucede en la vida de la Iglesia. Está en contacto con sacerdotes, laicos, pero también con obispos y cardenales que lo apoyan. Él todavía no ha dicho todo lo que sabe.

El periódico de los obispos Avvenire lo llamó una «manipulación digital». ¿No cree que es un poco reductivo?

Muy reductivo. La presencia en la plaza no es una presencia digital o virtual. Dondequiera que vaya a dar una conferencia, en Italia y en el extranjero, me encuentro con una verdadera multitud de católicos que dudan en manifestarse públicamente, pero constituyen un número mucho mayor de lo que Avvenire pueda imaginar. O quizás Avvenire lo sabe y por esto trata de disminuirnos.

¿No son conducidos por minorías también los desbocamientos alemanes?

Estoy convencido. La transformación radical de la Iglesia es llevada a cabo por una pequeña minoría que, sin embargo, tiene grandes recursos financieros y mediáticos detrás de ella. Es importante que esta minoría que quiere alterar la doctrina y las costumbres de la Iglesia se enfrente a una minoría que defiende la fe católica con una intensidad y determinación no menor. En este momento, la Iglesia es un terreno donde chocan dos religiones: la tradicional y la germánico amazónica, mientras que la mayoría del mundo católico está compuesta de moderados que viven en una notable confusión.

Usted por lo tanto, no considera a la Iglesia un hospital de campaña.

No. Hoy es un campo de batalla.