En una entrevista con La Vanguardia, Rosa Almirall sostiene que la transexualidad es “un amplio paraguas que acoge a todas las personas que no se sienten 100% identificadas con el género asignado al nacer”.
Esta ginecóloga procedente del movimiento feminista de los años setenta atiende en su clínica desde una una perspectiva “despatologizadora” la transexualidad. Hasta 2.850 personas han pasado por sus consultas desde 2012, sin embargo, lo que sorprende es la edad de algunas.
“En nuestra consulta tenemos a personas de dos años y de más de 60”, afirma. “Lo que hemos aprendido sobre la identidad es que hacia los dos años ya entendemos que en esta sociedad hay dos géneros. Nos autoclasificamos según lo que sentimos y lo que nos enseñan. Quienes coincidimos con el género asignado nunca más nos hacemos preguntas. Pero hay personitas que con dos años quieren ponerse unas braguitas y sus padres les dicen que los niños se ponen calzoncillos”, considera Rosa Almirall.
La propia doctora admite que los padres se quedan sorprendidos. La doctora, mientas considera “fundamental” formar a los demás profesionales sanitarios en su visión, una visión impuesta a partir de los postulados de la ideología de género, que avanza firma en nuestra sociedad.
“Una vez vino una mujer trans – afirma Rosa Almirall- que se acababa de operar con molestias en la vagina y el ginecólogo le dijo que no atendía a hombres con vagina. No lo hizo por ganas de hacer daño, sino por desconocimiento”, razona. “La paciente quedó muy afectada y pidió hablar con la directora. Entonces me pregunté cómo era posible que alguien con 40 años de profesión como yo, que me hice ginecóloga a raíz de mi militancia feminista, no hubiese atendido a nadie así. Me prometí iniciar una consulta para que estas personas no se sintiesen maltratadas”.
En Reino Unido, un ejemplo similar al de Rosa Almirall
Recientemente, en Reino Unido una clínica de personas transgénero, similar a la de Rosa Almirall, se ha visto afectada por 35 renuncias en tres años de psicólogos que advierten sobre “sobrediagnósticos” de disforia de género entre los niños.
Los denunciantes dijeron que a muchos niños se les estaba administrando medicamentos para bloquear la pubertad cuando no deberían haber recibido el diagnóstico. El personal anterior dijo que no pudieron evaluar adecuadamente a los pacientes por temor a que se les tildara de “transfóbicos”.
Las inquietudes fueron planteadas por seis psicólogos, que renunciaron al servicio de identidad de género para niños de Londres en los últimos tres años, es decir sobre transexualidad. Un psicólogo, que deseaba permanecer en el anonimato, afirmó: “Nuestros temores son que los jóvenes sean diagnosticados en exceso y luego sobremedicalizados”. Una realidad, que parece no estar presente solo en ese país.