Es la interminable historia de los países del Sahel, donde las interpretaciones más violentas del Islam están sembrando el terror y la muerte, especialmente entre cristianos, en un goteo casi constante de desolación.

Como sucede a menudo en la vecina Nigeria, en Burkina Faso estamos asistiendo a una verdadera ‘limpieza étnica’ de poblaciones cristianas e intentos de convertir los países de la zona en Estados islámicos con la sharía como ley fundamental.

Es un Islam del que preferimos no oír, repitiendo continuamente que no es el verdadero, y que los cristianos también han cometido atrocidades a lo largo de su historia. Las diferencias son obvias, empezando por el hecho de que nadie recuerda ataques o grupos terroristas específicamente cristianos y que reivindiquen Estados cristianos, mientras que el grito de “¡Alá es grande!” se ha hecho rutinario en estas violentas ofensivas; y que los cristianos que pudieran emplear estos métodos estarían contradiciendo palmariamente su fe, mientras que los musulmanes pueden legítimamente reivindicar la vida belicosa de su profeta y citar en su defensa su libro santo, el Corán