Y eso es casi lo más irritante. Otros más eruditos, sabios e inteligentes se han ocupado y se ocupan de argumentar con contundencia contra la abolición del celibato sacerdotal y el sacerdocio femenino. Pero es hasta cierto punto un esfuerzo tan meritorio como infructuoso, porque el asunto no está planteado con sinceridad, con la honestidad más básica.

Se ha elegido la Amazonía como se podía haber escogido la Melanesia, sencillamente como un pretexto, y da bastante apuro escuchar al obispo Erwin Kräutler diciendo que el celibato sacerdotal no vale con los indígenas del lugar porque “no lo entienden”, obviando que España tuvo en quinientos años un éxito arrollador con nativos de similar estadio civilizacional. Por no hablar del racismo implícito en la declaración, naturalmente, que el indígena Jonás Macuxí se ha encargado de refutar con su propio ejemplo.

El 80% de los indígenas amazónicos vive en ciudades, no en comunión con los espíritus de la selva, y no hay ‘viri probati’ entre las tribus. La solución a la sequía de sacerdotes -que es un problema global, no amazónico- no va a venir con el fin del celibato, que no parece que haya sido la panacea para los anglicanos o los luteranos, y mucho menos con un asunto solemnemente descartado no ha mucho por un Papa, San Juan Pablo II, por si hiciera falta. Y ‘desarrollo de doctrina’ no es crear una nueva que contradiga a otra anterior, mucho menos hacerlo condicionados, no por crecimiento orgánico del pensamiento teológico, sino por imitación a las ideologías de moda en el siglo.

Pero vamos a tomarles la palabra y pretender que es como dicen, una solución de emergencia para llevar los sacramentos a las aldeas de la Amazonía. Así que escuchemos a alguien algo más cercano al problema. “Todos estos sacerdotes y religiosos que vemos en la televisión … No puede ser que todos estén estudiando en Roma”, asegura el obispo Johnny Eduardo Reyes Sequera, vicario apostólico de Puerto Ayacucho. “La distribución de sacerdotes y religiosos no es buena”.

Y vemos en tanto obispo y sacerdote del Primer Mundo con tanto fuego renovador, tanta preocupación por el descartado, que nos atrevemos a ir aún más lejos que Reyes Sequera. Alemania, por ejemplo: ¿no es su clero el que más clama para que lleguen sacerdotes a los habitantes de la selva, los que más fondos han movilizado en la región? Váyanse en buena hora a esas periferias, que en su país natal ya han conseguido vaciar los templos.

¿Y qué decir de Estados Unidos? Allí es evidente que la jerarquía está decididamente por el descartado, y su mantra constante es el que pide a sus feligreses “ser el otro”, no temer el encuentro con el distinto, con el marginado. ¿No harían una magnífica labor aquí, donde pueden poner en práctica hasta el extremo sus seráficas doctrinas?