El purpurado hondureño, que hace algunos días había invitado al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (el neo-cardenal Gerhard Ludwig Müller) a ser «más flexible», esta vez fue más cauto. El periodista Daniel Deckers inquirió: Müller «considera que hay que excluir cambios tanto en la enseñanza como en la práctica de la Iglesia, incluso relacionados con la autorización para que los divorciados que se han vuelto a casar accedan a los sacramentos. ¿Se corre el peligro de un conflicto entre la Congregación de la fe, el Papa y sus personas de confianza?».
«El Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe –respondió Maradiaga– es un hombre muy competente y con opiniones muy respetables. Pero no creo que se llegue a ningún conflicto. Será el Sínodo de los obispos, en el que se cumple la colegialidad de los obispos, el que se exprese sobre cuestiones como estas y aporte aclaraciones. Papa Francisco sigue la orientación del fundador de los jesuitas, San Ignacio. Pide consejo, busca el diálogo, reza y trata de hacer obra de discernimiento».
Maradiaga también dijo, respondiendo a otra pregunta, que «hay cosas que en la Iglesia no pueden ser cambiadas, porque provienen directamente de la voluntad de su fundador. Otras cosas son obra humana y pueden, es más deben cambiar. El Papa habla claramente sobre la misericordia. Esta es la nueva perspectiva sobre las preocupaciones y las necesidades de la humanidad».
En cuanto a la alusión sobre una posible transferencia de mayores competencias a las Conferencias episcopales, que aparece en la Exhortación apostólica “Evangelii gaudium”, el cardinal que coordina el trabajo del grupo de consejeros del Papa declaró: «La Iglesia conoce desde siempre la función del obispo. Las conferencias episcopales son uno de los mejores frutos del Concilio Vaticano II. También a ellas compete una función. Pero no solo se trata de enseñar, sino de decidir. Me parece que al Papa le importa que las cosas que se puedan decidir a nivel de Conferencias episcopales no tengan que ser sometidas constantemente a la Curia».(El purpurado hondureño, que hace algunos días había invitado al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (el neo-cardenal Gerhard Ludwig Müller) a ser «más flexible», esta vez fue más cauto. El periodista Daniel Deckers inquirió: Müller «considera que hay que excluir cambios tanto en la enseñanza como en la práctica de la Iglesia, incluso relacionados con la autorización para que los divorciados que se han vuelto a casar accedan a los sacramentos. ¿Se corre el peligro de un conflicto entre la Congregación de la fe, el Papa y sus personas de confianza?».
«El Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe –respondió Maradiaga– es un hombre muy competente y con opiniones muy respetables. Pero no creo que se llegue a ningún conflicto. Será el Sínodo de los obispos, en el que se cumple la colegialidad de los obispos, el que se exprese sobre cuestiones como estas y aporte aclaraciones. Papa Francisco sigue la orientación del fundador de los jesuitas, San Ignacio. Pide consejo, busca el diálogo, reza y trata de hacer obra de discernimiento».
Maradiaga también dijo, respondiendo a otra pregunta, que «hay cosas que en la Iglesia no pueden ser cambiadas, porque provienen directamente de la voluntad de su fundador. Otras cosas son obra humana y pueden, es más deben cambiar. El Papa habla claramente sobre la misericordia. Esta es la nueva perspectiva sobre las preocupaciones y las necesidades de la humanidad».
En cuanto a la alusión sobre una posible transferencia de mayores competencias a las Conferencias episcopales, que aparece en la Exhortación apostólica “Evangelii gaudium”, el cardenal que coordina el trabajo del grupo de consejeros del Papa declaró: «La Iglesia conoce desde siempre la función del obispo. Las conferencias episcopales son uno de los mejores frutos del Concilio Vaticano II. También a ellas compete una función. Pero no solo se trata de enseñar, sino de decidir. Me parece que al Papa le importa que las cosas que se puedan decidir a nivel de Conferencias episcopales no tengan que ser sometidas constantemente a la Curia».(Vatican Insider)