CRISTO HOY
CRISTO HOY

   Sitios Recomendados
        El Vaticano
        Aica
        Rome Reports
        Noticias Vaticanas
  
Católicos entre el sufrimiento de Venezuela
30 - 04 - 2019 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Otros

Los constantes apagones y la falta de agua potable empeoran la situación que, según la Caritas local, podría salirse de control. El padre Jaume Villamizar, párroco de Caracas: «La Iglesia reza por un cambio político». (Lastampa.it)

La situación de Venezuela empeora día tras día. Los apagones eléctrico e hídrico que comenzaron en marzo son la enésima prueba para el pueblo venezolano. Las imágenes de venezolanos desesperados buscando agua potable (algunos se proveen en ríos contaminados) han dado la vuelta al mundo. A principios de abril, el líder venezolano Nicolás Maduro anunció un racionamiento de treinta días de la energía eléctrica, pero, según las últimas noticias, la situación no ha mejorada desde entonces. Aunque el presidente sostenga que la energía está ampliamente bajo control, hay zonas que se encuentran sin energía eléctrica desde hace cuatro semanas.


Otra demostración en Venezuela, que desde hace años afronta graves problemas. A pesar de su enorme riqueza en petróleo, el país sufre un general malestar económico, social y político. Además de la falta crónica de medicinas, la nación sudamericana tiene la mayor inflación del mundo. Según las Naciones Unidas, más de 3 millones de venezolanos han dejado su patria debido a la crisis. Durante el régimen del presidente Hugo Chávez las condiciones habían provocado manifestaciones de protesta. Pero en 2017 estallaron feroces protestas contra su sucesor, Maduro, que en los últimos años ha ido adquiriendo mayor poder. Su política dictatorial está llevando al país hacia el abismo, y todavía no se ve el fondo.


Según la Caritas local, la situación podría salirse de control. Los datos más recientes de la asociación indican que los ciudadanos venezolanos han perdido, en promedio, diez kilos de peso debido a la crisis. Además, la política de los gobiernos de los últimos años no ha sido capaz de satisfacer la demanda de comida de la población. La Caritas se refiere incluso a «normalización de la pobreza», que afecta particularmente a las franjas más débiles de la población. Según el ente, el 41% de los venezolanos a veces pasa un día sin poder comer; el 62% a veces sale a las calles o a otros lugares poco adecuados para buscar comida; el 78% de los venezolanos come menos.


Janeth Márquez, directora de la Caritas en Venezuela, explica: «Por esta tragedia que estamos viviendo ya desde hace tres años, la sociedad está colapsando. La crisis golpea a los débiles: a los niños, a los enfermos y a los ancianos». «Cada día hay un nuevo problema que complica aún más la vida de los venezolanos», indicó. Márquez también explica que las oficinas de la Caritas están llenas de personas que buscan medicinas y agua: «ofrecemos información sobre la higiene y distribuimos productos para la purificación del agua. Las casas con niños desnutridos tienen la prioridad. Tenemos una explosión de diarrea y deshidratación, porque la gente piensa que puede tomar agua de cualquier parte».


«Estamos atravesando uno de los momentos más difíciles y duros de la historia venezolana. La situación es dramática», confirma el padre Jaime Villamizar, párroco en la capital, Caracas. Con todos los medios a disposición, el sacerdote trata de ayudar a los parroquianos y a los que viven en el barrio, tanto espiritual como materialmente. Su esfuerzo es símbolo de la Iglesia venezolana, que ofrece un importante apoyo a la población.


Las palabras del párroco describen detalladamente el impacto de toda la crisis en la vida cotidiana de los venezolanos. «La falta de agua lleva a problemas de higiene. Hay personas que han contraído escabiosis. En nuestro barrio muchas familias viven en condiciones miserables, tienen parásitos e insectos en sus casas. Esto provoca infecciones. Hay ancianos y niños que sufren disturbios alimenticios estomacales o intestinales, en parte debido a la falta de agua limpia».


«Por el momento estamos, sin duda, bajo un dominio dictatorial», afirma el padre Villamizar. «Nos está llevando a la ruina absoluta. Rezamos mucho y organizamos muchas actividades para sostener a la gente». Su parroquia ha emprendido un programa de la Caritas en el que se preparan comedores para personas hambrientas. Con las llamadas “ollas comunitarias”, el sacerdote logra dar de comer a 400 personas cada dos semanas. Villamizar: «Hemos escuchado que muchos van al centro de la ciudad para buscar comida en la basura. En un país que tiene muchos recursos esto es triste y deplorable».


«Como pastor –añade–, trato de nutrir a las personas con la esperanza. Podemos vincular el sufrimiento de nuestro pueblo al sufrimiento de la pasión de Cristo. De esta manera damos un significado cristiano al sufrimiento que estamos viviendo». A pesar de las adversidades, según el sacerdote la fe entre las personas aumenta: «hay mucha participación en las celebraciones y en las actividades de la Iglesia. A pesar de todo, la gente todavía espera que la situación cambie. La esperanza es la palabra clave». Pero el párroco describe también la gratitud de los parroquianos y de los habitantes de su barrio hacia la Iglesia. «A pesar de la falta de comida, la gente siempre trata de ofrecerme algo, aunque sea solo un café o un pedazo de pan. Por mi parte, como sacerdote, sufro con todos ellos».


En medio de la crisis venezolana, la Iglesia representa un importante pilar material y espiritual para la población local. Basta recordar las frecuentes declaraciones de los obispos venezolanos, que condenan la violencia y la falta de democracia. Los mismos obispos se pronunciaron a favor de una transferencia pacífica del poder, que debería llevar a un gobierno de transición, en el que la Iglesia represente un actor importante para solucionar la crisis.


«La Iglesia opta por un cambio político en Venezuela y reza por esta transición que muchos esperan», afirma el padre Villamizar. Después de haber celebrado la Pascua, entre tantas dificultades, afirma: «El pueblo de Dios es nutrido con la esperanza de la resurrección. Precisamente en este momento podemos vincularlo con nuestra situación. La resurrección representa la luz, la esperanza y una nueva vida. Esperemos que Venezuela resurja política, social, económica y culturalmente».