En esa circunstancia uno de los videntes de Medjugorje fue a la archidiócesis por una reunión que tendría lugar en una iglesia. El Papa se había opuesto, sin manifestar, sin embargo, su opinión sobre la autenticidad de la aparición, porque “uno de los videntes habría hablado y habría explicado un poco todo y a las cuatro y media aparecería la Virgen. O sea, él tenía la agenda de la Virgen. Entonces dije: No, no quiero este tipo de cosas aquí”. Dije que no, no en la iglesia”, afirma el Papa. “Es necesario distinguir, sin embargo, por qué, no obstante esto, Dios hace milagros en Medjugorje. En medio de la locura del hombre, Dios sigue haciendo milagros”.
En esa realidad, el Papa sostiene que “quizás sean más fenómenos personales: Me llegan cartas aquí, pero se entiende que son más que nada psicológicas. Se necesita distinguir bien las cosas. Creo que hay gracia en Medjugorje. No se puede negar. Hay gente que se convierte. Pero también hay una falta de discernimiento y no quiero decir pecado, porque la gente nunca sabe a partir de qué punto es pecado, pero, por lo menos, la falta de discernimiento”.