Los escándalos no cesan. Ahora le toca a la India, al estado de Kerala, en cuya ciudad de Kochi un grupo de cinco monjas y sus familiares y amigos han organizado una sentada frente al Tribunal Supremo estatal para pedir la detención del obispo de Jalandhar, Monseñor Franco Mulakkal, que habría busado de al menos una de ellas en numerosas ocasiones.

Las monjas explican que han tenido que recurrir a este expediente extraordinario después de que ni la Iglesia, ni el Gobierno ni la policía quisieran atender sus denuncias. El obispo está, en teoría, sometido a una investigación desde hace más de dos meses, pero sigue en completa libertad, lamentan las hermanas.

Las acusaciones son, después de todo, bastante graves: violación. Y, sin embargo, la iglesia india no ha dado explicación alguna sobre por qué el obispo sigue en libertad y se retrasa tanto la investigación.

Algunos observadores especulan que la razón de esta demora no es otra que la de dar al obispo la ocasión de asistir al Sínodo de la Juventud, del que no podría formar parte si avanza la investigación y se le prohíbe salir del país.

Más desconcertante es la inacción del gobierno estatal, del Partido Comunista de la India, que carece de razones para querer complacer a la iglesia católica de Kerala, precisamente.