El inesperado traslado es, según fuentes consultadas por la web de información católica, resultado directo de la homilía que pronunció Larkin después del referéndum que el pasado mayo llevó a la derogación de la Octava Enmienda de la Constitución, que protegía expresamente la vida del no nacido.
Larkin recordó a sus feligreses que votar a favor de la matanza legal de niños es un grave pecado que exige el arrepentimiento y la confesión. De hecho, pidió a la congregación que consideraran acercarse al confesionario antes de comulgar si habían votado ‘Sí’.
La rapidez y la injusticia percibida del traslado han entristecido a numerosos parroquianos. La parroquia, por su parte, no ha querido comentar la noticia salvo para confirmarla, añadiendo solo que el Padre Larkin era “un sacerdote preconciliar”.
El pasado 13 de julio, Larkin dio su última misa en la parroquia, ocasión en la que leyó a sus feligreses la carta en la que Monseñor Martin le ordenaba el traslado con efecto inmediato, prohibiéndole dar más misas públicas o mantener el contacto con sus antiguos feligreses.
En el episcopado se refieren a una simple forma de jubilación, aunque no comentan sobre lo súbito de la orden. Martin ha mantenido un empecinado silencio sobre el hecho de que, en un país en el que una abrumadora mayoría se confiesa aún católica, dos tercios hayan apoyado el derecho de las madres a eliminar a sus hijos no nacidos.
Martin será el anfitrión del Encuentro Mundial de las Familias de este agosto, en el que una de las estrellas invitadas será el jesuita Padre James Martin, famoso por su proximidad a los grupos LGBTI.