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Benedicto XVI dio su apoyo a la carta contra la intercomunión
27 - 04 - 2018 - PAPADOS - Benedicto XVI

Benedicto XVI, el Papa Emérito, estaría detrás de la iniciativa de los siete obipos alemanes que escribieron al Vaticano para impedir la intercomunión aprobada por mayoría por sus colegas o, al menos, habría dado todo su apoyo a la carta, señala Edward Pentin en el National Catholic Register. (Fuente: Infovaticana)

La polémica sigue abierta desde que la Conferencia Episcopal Alemana, presidida por el Arzobispo de Munich y miembro del consejo privado del Papa, Cardenal Reinhard Marx, aprobara por abrumadora mayoría dejar al arbitrio de los párrocos alemanes, con ciertas condiciones, permitir a los cónyuges luteranos de sus feligreses recibir la comunión.

La iniciativa venía rodeada de las habituales matizaciones a las que ya empezamos a acostumbrarnos con respecto a estas revoluciones pastorales: habría que estudiarse ‘caso por caso’, el cónyuge luterano debería “confesar la fe católica” (?) y tener “hambre de eucaristía”; recientemente, el también alemán Cardenal Walter Kasper habría de ‘desmatizar’ tanta matización en un texto publicado en la web de la CEA, en el que venía a decir que los comulgantes no tenían que creer en la Transubstanciación porque, después de todo, tampoco es algo que entienda el católico corriente.

Sabemos lo que ha venido después, la negativa del Papa y la negativa de los obispos alemanes a reconocer esta negativa, y la irritación de Francisco de que se haya filtrado su decisión. Pero hasta ahora sabíamos poco de la carta en sí de los obispos.

La carta está firmada por el Cardenal Rainer Woelki, Arzobispo de Colonia, Ludwig Schick, Arzobispo de Bamberg, el Obispo Gregor Hanke de Eichstätt, el Obispo Konrad Zdarsa de Augsburgo, el Obispo Wolfgang Ipolt de Görlitz, el Obispo Rudolf Voderholzer de Ratisbona, y el Obispo Stefan Oster de Passau.

En el momento de la votación, Marx trató de suavizar todo lo posible el trago, asegurando que se trataba de una mera “delegación pastoral” que no tenía la menor intención de introducir “cambio doctrinal” alguno. Dejaba un amplio margen de discrecionalidad a los obispos.

En Roma, la propuesta causó consternación a muchos. Criticaron la medida los cardenales Francis Arinze, Gerhard Müller, Walter Brandmüller, y Paul Cordes. Müller calificó la propuesta de “truco retórico”, señalando, además, que el matrimonio interconfesional no era la “situación de emergencia” que se pretendía. Para Brandmüller, el “escándalo, sin duda” era la débil oposición de los obispos alemanes a la medida.

En su carta, los obispos piden luces sobre cuatro puntos: si una propuesta semejante es materia pastoral o concierne a la fe y la unidad de la Iglesia; por qué una persona que comparte la fe católica en la Euraristía no habría de confesarse católica; si la “desazón espiritual” es realmente excepcional o simplemente parte de los esfuerzos hacia la unidad; y si una conferencia episcopal nacional está facultada para tomar este tipo de decisiones sin referencia a la Iglesia universal. Confiesan, por último, sus profundas dudas y objeciones sobre la propuesta aprobada.

La carta, de 22 de marzo, se envió al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Arzobispo Luis Ladaria, al cardenal suizo Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (que no había sido informado previamente a la votación de la CEA), al Obispo Juan Ignacio Arrieta Ochoa de Chinchetru, Secretario del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, y al nuncio apostólico en Alemania, Arzobispo Nikola Eterović.

La carta fue deliberadamente filtrada a la prensa por la poderosa Conferencia Episcopal de Alemania, según ha podido saber el Register, que mantiene un férreo control sobre casi todos los medios católicos del país.

Por último, pero no menos importante, Pentin asegura que fuentes fiables y bien informadas confirman que los siete firmantes de la carta-protesta han contado con el apoyo pleno y explícito de Su Santidad el Papa Emérito, Benedicto XVI.