Según informa Vatican.news, la capellana luterana de la catedra, Lena Sjöstrand, asegura que «se trata de una colaboración verdaderamente insólita entre la parroquia católica de Santo Tomás y la Iglesia Luterana; una continuación de la amistad que hemos desarrollado en estos años».

Ciertamente es una colaboración insólita. Los luteranos suecos se separan de esta manera de las tesis del fundador del luteranismo, el heresiarca alemán Martín Lutero, que consideraba la Misa católica como un acto de idolatría, tal y como recordó Benedicto XVI siendo cardenal:

«Lutero, tras la ruptura definitiva, no sólo ha rechazado categóricamente el papado, sino que ha calificado de idolátrica la doctrina católica de la Misa, porque en ella veía una recaída en la Ley, con la consiguiente negación del Evangelio. Reducir todas estas confrontaciones a simples malentendidos es, a mi modo de ver, una pretensión iluminista, que no da la verdadera medida de lo que fueron aquellas luchas apasionadas, ni el peso de realidad presente en sus alegatos» .
(Card. Joseph Ratzinger, Iglesia, Ecumenismo y Política. Nuevos ensayos de eclesiología, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1987, pp. 120-121).

La cesión de la catedral se considera un importante gesto ecuménico, fruto de la visita del papa Francisco a Suecia, durante la cual visitó precisamente dicho templo luterano.