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Obispos de Vietnam ponen el empeño evangélico en la educación
09 - 03 - 2018 - IGLESIA - Asia

Después de la improvisa muerte del obispo Bui Van Doc, que falleció de un paro cardiaco, el 10 de marzo en San Pedro el cardenal Parolin presidirá una misa fúnebre con los prelados en visita “ad limina”. (Fuente: Laestampa.it)

Es una visita en la que se mezclan sentimientos de alegría y de tristeza: 33 obispos vietnamitas se encuentran en estos días en el Vaticano. Los religiosos del pequeño país del sureste asiático, en donde hay 8 millones de católicos, llegaron a Roma para su visita “ad limina apostolorum”, precisamente después de un fuerte luto. El arzobispo vietnamita Pablo Bui Van Doc, que guiaba la diócesis de Ho Chi Minh, falleció durante la misa que celebraba en la Basílica de San Pablo de un paro cardiaco. «Las últimas palabras impresas en su ánimo fueron las del Papa Francisco», recuerdan los obispos que lo acompañaban, que fueron animados por el mismo Papa durante el encuentro. La proverbial sonrisa de Bui Van Doc, signo de esa «alegría del Evangelio», que también caracterizaba su lema episcopal “ad Deum meae laetitiae”, permanece en los corazones de sus hermanos, golpeados por la pérdida improvisa. La comunidad católica vietnamita podrá dedicarle al obispo una oración especial durante la misa de sufragio que se llevará a cabo en San Pedro el 10 de marzo, celebrada por el Secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin.


El arzobispo Pablo Bui Van Doc, que falleció el pasado 7 de marzo


Compañero de estudios en el Colegio Urbano de Propaganda Fide, José Dinh Duc Dao, obispo que guía la diócesis de Xuan Loc, lo recordó como «hombre y sacerdote pacificado». «Su voluntad y su misión –explicó después de haberse reunido con los representantes de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos– eran conducir al pueblo de Dios a él encomendado y vivir la alegría del Evangelio. Ahora está en el Paraíso, gozando esta alegría».


Es esa «alegría del Evangelio» que el Papa Francisco ha recomendado a los obispos y religiosos (con los que esta mañana celebró la misa en la capilla de Santa Marta) llevar a un país en el que la Iglesia católica está viviendo una positiva fase en las relaciones con la República Socialista de Vietnam. La comunidad de bautizados es floreciente y cuenta con 26 diócesis para 8 millones de fieles, en una población de 92 millones de habitantes. Y aunque Vietnam y el Vaticano no tengan relaciones diplomáticas (situación heredada desde el régimen comunista), desde hace ya una década hay negociaciones en curso y acercamientos notables: en 2007 se dio la primera visita de un miembro del gobierno vietnamita al Papa, y otros pasos se han ido dando constantemente hasta que, en 2011, Benedicto XVI nombró a un representante pontificio no residente para Vietnam.


Según indicadon a Vatican Insider, los obispos locales (la jerarquía fue instituida oficialmente en 1960) han registrado favorablemente la progresiva apertura por parte del gobierno hacia la fe cristiana y hacia la Iglesia. Después de 1975, los seminarios fueron cerrados, pero en 1986 volvieron a abrir sus puertas, aunque bajo la vigilancia de las autoridades. Solo podían entrar nuevos seminaristas cada 6 años. Desde 2008, el gobierno ya no imponen un número limitado, y ahora los candidatos al sacerdocio siguen aumentando, tanto que en la actualidad son más de tres mil, entre diocesanos y religiosos. Además, en una población muy joven (el 30% tiene menos de 35 años), la comunidad católica cuenta con la presencia de más de 80 mil catequistas, principalmente jóvenes: una fuerza evangelizadora que da grandes esperanzas.


Estos son pasos que se han dado en la historia y fueron recorridos durante la reciente visita a Vietnam de monseñor Antoine Camilleri, subsecretario vaticano para las Relaciones con los Estados, quien explicó que la Santa Sede hoy está «comprometida en la promoción de relaciones con el gobierno de Vietnam para contribuir ulteriormente a la vida social del país, en particular en los ámbitos de la educación, de la salud y de la caridad».


Pero también hay otro campo determinante: la comunidad católica espera poder contar dentro de poco con la posibilidad de profundizar su empeño en el sector educativo, instituyendo escuelas y universidades, para ofrecer una aportación significativa al desarrollo del país. La Iglesia reconoce entre las prioridades sociales en Vietnam la educación, el empleo, la vida de los grupos étnicos minoritarios, la migración. Por ello piden la libertad religiosa necesaria para poder cumplir con su cometido: «Lo pedimos –especificó a Vatican Insider el obispo Dao– en el espíritu de ser buenos católicos y buenos ciudadanos», y recordó que el lema que utilizan los católicos en Vietnam desde hace años para que el gobierno comprenda a la Iglesia católica pretende ser una presencia constructiva, que contribuya, con el Evangelio, al bien común del país.


Seguros de este enfoque, durante el Año Jubilar de la misericordia, la Iglesia vietnamita dio un paso histórico: la apertura oficial del primer instituto universitario católico, en Ho Chi Minh, es decir una Facultad de teología en la que ahora estudian alrededor de 80 alumnos. «Su creación –explicó el obispo Dao, que guía la Comisión Episcopal para la Educación– respondía a la necesidad de profundizar la conciencia y la reflexión sobre la fe». Los siguientes pasos para completar la propuesta del ateneo católico serán la apertura de nuevas facultades para el estudio de las materias filosóficas y antropológicas, pero también sociales, económicas y científicas. Y luego, volver, como en el pasado, a tener escuelas de todos los grados.


Sin olvidar las demás cuestiones que interpelan directamente a la misión de la Iglesia en Vietnam, como la lucha contra la corrupción, la presencia de los migrantes, las reformas legislativas y la tutela de las libertades de los ciudadanos, la defensa del medio ambiente: todos estos son temas que desde hace años forman parte de los mensajes que el episcopado vietnamita presenta a los fieles y a la sociedad, en el compromiso de «ofrecer testimonio del amor de Cristo por cada vietnamita y por toda la nación», como siempre afirmaba el obispo Pablo Bui Van Doc. Los bautizados en Vietnam tienen pretenden hacer suya esta gran herencia.