En su mensaje enviado al congreso europeo de delegados nacionales de pastoral vocacional, el Purpurado recordó la disminución de las vocaciones en el continente e invitó a mirar los cambios que ocurren para “adecuar nuestra pastoral, manteniendo firmes los pilares de la vocación, de la formación, de la misión sacerdotal y de la misión de los religiosos y religiosas”.
El Señor sigue llamando, “pero parece aumentada una cierta insensibilidad general para todo lo que reclama un ¡para siempre! Además, la voz suave de Jesús no hace estruendo y no se impone, reclama atención, capacidad de silencio y de atención. Con frecuencia parece ser sofocada por otras voces”, señaló.
En ese sentido, ante la pregunta de cómo responder al desafío de las vocaciones, el Cardenal Bagnasco sugiere “junto a la oración más intensa, un redescubrimiento de la preciosidad insustituible del sacerdocio, de su belleza, de su atractivo”.
El Arzobispo dijo que “cuando un presbítero o una persona consagrada vive lo que es estar con Él, corazón a corazón en modo radical, entonces cada palabra suya, gesto, sacrificio, irradia una luz y una belleza que –pese a la pobreza y pecados– deja traslucir el rostro del gran Pastor”.
En su discurso, el Purpurado también señaló que “la disponibilidad a dar un acompañamiento espiritual a los jóvenes debe tener un puesto particular en su ministerio”.
Asimismo, invitó a las familias cristianas a no tener temor de perder a los hijos si son llamados por el Señor.
“Debemos animar a las parroquias, los movimientos, las asociaciones, grupos juveniles, para que –de la forma adecuada-, hagan brillar la propuesta también del sacerdocio y de la vida consagrada”, alentó.