Hace unos días ha tenido lugar en Brasil la 41 edición de la “Romaria da Terra”, es decir, la romería de la tierra, con el título “Mujeres tierra. Resistencia, atención y diversidad”. Se trata de un evento organizado por la Comisión Pastoral de la Tierra de la Conferencia Episcopal brasileña y está dirigido, obviamente, sobre todo a los campesinos. Cuenta con el apoyo de la Conferencia episcopal de Rio Grande do Sur, del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra y de la prefectura municipal de Pontão.

Hace muchos años que se organiza este evento; pero ahora, después de la publicación de la encíclica Laudato Sì, se da más énfasis a los temas de la defensa y el cuidado de la naturaleza y el trabajo relacionado con ella.

Estupendo. Pero tal vez los organizadores, como los obispos presentes -que no eran pocos- estaban excesivamente entusiasmados. Porque como pueden ustedes ver en la fotografía, durante la misa, concelebrada por obispos y prelados católicos, había también -junto a los compañeros de obediencia romana- dos obispas protestantes que participaron en la consagración; de hecho, una de ellas, en primer plano, está con la mano levantada, como los otros sacerdotes y obispos, “consagrando” el pan y el vino.

Ahora bien, el problema es que esto no ha sucedido en una pequeña capilla de un monasterio, ante unos pocos amigos. Ha sucedido delante de una multitud que, como pueden ver en el vídeo, participaba en la Romaria; todas ellas personas que habrán vuelto a su casa convencidas que es del todo normal que señoras vestidas de obispo participen en una misa católica, y que incluso consagren, como sus obispos y sus sacerdotes.

Total, ¿cuál es la diferencia? ¿Acaso no somos todos hijos de Dios el cual, además, ni siquiera es católico?

Además de las dos obispas protestantes, alrededor del altar estaban: Mons. Donizetti (obispo auxiliar de Porto Alegre); Mons. Romulo (obispo de Montenegro); Mons. Adilson Busin (obispo auxiliar de Porto Alegre); Mons. Alessandro Ruffinoni (obispo de Caxias do Sul); Mons. Rodolfo Weber (arzobispo de Passo Fundo); Mons. Jacinto Bergmann (arzobispo de Pelotas); Mons. Jaime Kohl (obispo de Osorio); el párroco del lugar y un diácono.

Si éste es el fruto, o la primicia, de la descentralización doctrinal y pastoral de la Iglesia estamos apañados. Se puede decir que, quizás, Brasil es un caso especial porque está el cardenal Hummes, gran organizador de la elección de Jorge Mario Bergoglio en el Cónclave de 2013; el mismo cardenal que está fomentando con éxito la aprobación de los viri probati en 2019, durante el Sínodo sobre la Amazonia (tal como ha hecho entender el prefecto de la Congregación para el Clero, el cardenal Beniamino Stella) y, por lo tanto, de los brasileños, que mandan visitas apostólicas muy particulares a los Heraldos del Evangelio, pero que piden a mujeres obispo que concelebren…. Y hay quien tiene la cara dura de afirmar, sin ruborizarse, que la culpa de la confusión en la Iglesia la tienen quienes están perplejos ante estas innovaciones.