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La diócesis de Braga permitirá comulgar a los divorciados vueltos a casar
05 - 02 - 2018 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Familia

La diócesis portuguesa acaba de anunciar un nuevo programa por el que se permitirá comulgar a los divorciados vueltos a casar. (Fuente: Infovaticana)

Dice Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astana, en Kazajstán, en su entrevista a LifeSiteNews que hoy “discernimiento” significa “permiso para pecar”, y es difícil ver exagerada su terrible declaración mirando algunas de las prácticas pastorales a las que está dando lugar el ‘discernimiento’ que se pide en la exhortación papal ‘Amoris Laetitia’.

La diócesis portuguesa de Braga, por ejemplo, acaba de anunciar un nuevo programa por el que se permitirá comulgar a los divorciados vueltos a casar. Naturalmente, es un disparate.

Así lo deja claro en su blog el experto canonista Dr. Edward Peters. “Si ese es su plan, están equivocados. Patente y gravemente equivocados. Igual que los malteses. Igual que los alemanes. E igual que algunos otros casos”.

La noticia, breve, aparecía en el Catholic Herald y hacía referencia a directrices para que los sujetos en cuestión pudieran acceder a la Eucaristía sin referencia alguna de la necesidad de que vivieran “como hermano y hermana”.

Esto es, a todos los efectos, considerar que el adulterio premeditado y continuado no constituye materia grave, o que el sacramento del matrimonio válido no es indisoluble, o que es permisible comulgar en pecado mortal.

Elijan ustedes. No hace falta insistir demasiado en una cuestión que el Código de Derecho Canónico, en artículos que no ha derogado Amoris Laetitia, deja meridianamente claro y que ya hemos repetido en estas páginas.

La ‘Profesión de verdades inmutables sobre el matrimonio sacramental’ que han propuesto tres obispos, el propio Schneider entre ellos, para que las suscriban todos los obispos del mundo se está haciendo más necesaria que el comer con cada día que pasa.

No es que las diócesis occidentales, en general, brillen hoy mucho por su celo evangelizador y su afán por aclarar en todo momento las verdades de fe católica. Lo que se lleva ahora es el ‘discernimiento’, en el sentido schneideriano del término.

Y el sincretismo, a veces con los ropajes del ecumenismo, a veces por las bravas. En China, que es donde está hoy el foco más grave de lo que sucede en la Iglesia, ni siquiera se buscan puntos de encuentro con otras confesiones religiosas, no digamos cristianas: la jerarquía nominada por una oficina de un gobierno confesionalmente ateo también nos vale.

Pero no hay mal que por bien no venga: al menos los nuevos obispos cismáticos que el Vaticano va a reconocer como legítimos vienen ya con la ‘camiseta’ comunista, no engañan a nadie. Bastante peor es tanto prelado que disfraza su fervorosa fe progresista de celo evangélico.

José Gómez, por ejemplo, arzobispo de Los Ángeles, permite que su centro de conferencias -pegado a la Catedral- imparta un seminario de espiritualidad filipina nativa. También son ganas, siendo Filipinas uno de los países con más católicos del mundo, hurgar en las supersticiones que dominaban a su población antes de encontrar la luz de la fe.

Pero, ¿quién soy yo para juzgar? Especialmente, si todo un arzobispo cede los locales de su diócesis para que se enseñe a alejar los malos espíritus y otras entrañables -y absolutamente paganas- prácticas a sus fieles. Al final, habíamos quedado en que Dios no es católico, ¿no?