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Revés diplomático para el Papa en Caracas
09 - 01 - 2018 - CULTURA - Política

En contraste con su destacado liderazgo internacional y algunos éxitos resonantes –como su aporte a la reanudación de relaciones entre EE.UU. y Cuba-, la profundización de la crisis en Venezuela constituye hasta ahora para el Papa Francisco el gran fracaso diplomático de su pontificado. A modo de consuelo le queda el hecho de que no sólo la milenaria diplomacia vaticana no obtuvo resultados, sino que tampoco los consiguieron los organismos internacionales y ex presidentes que abrieron fallidas instancias de diálogo, y pese a la presión de varios gobiernos.(Clarín)

Pero el revés de Francisco conlleva un descrédito adicional: muchos consideran que no fue lo suficientemente duro con el régimen de Maduro e incluso que le dio oxigeno político en algún momento, como cuando lo recibió en el Vaticano. Los críticos le terminaron de poner la lápida a su papel cuando, 24 horas antes de la instauración de la Asamblea Constituyente, fruto de elecciones fraudulentas, la Santa Sede salió a pedirle a Maduro que no la instalara. Un pedido que juzgaron tardío y confirmatorio de su indulgencia de raíz populista con el régimen venezolano.

Desde el Vaticano, las cosas se ven de un modo totalmente distinto. Para Roma, el Papa desde el vamos hizo numerosos esfuerzos para cambiar las cosas con reuniones públicas y secretas con Maduro, además de haber destinado un enviado especial -el experimentado diplomático y arzobispo Claudio Celli- que fue varias veces a Caracas a negociar. Incluso exponentes de la Iglesia venezolana explicaron que la demora en pedir la no instalación de la Asamblea Constituyente se debió a que hasta último momento el Vaticano desarrolló febriles gestiones reservadas.


Venezuela: el Papa Francisco pidió elecciones
Ayer, el Papa reclamó que se den “las condiciones” para que las elecciones de este año en Venezuela sean el comienzo de una salida a una crisis “cada vez más dramática y sin precedentes”. A la luz de los antecedentes, no parece que este llamado vaya a ser escuchado por Maduro como ocurrió con todas las otras exhortaciones. Pero es evidente que, a pesar de la gravísima situación, Francisco sigue sin querer volar los puentes con el régimen y reservarse como factor de última instancia ante el previsible agravamiento de la situación.

Y aquí vuelven a aparecer sus críticos, que consideran que el Papa debe dar un golpe sobre la mesa o que debió hacerlo hace tiempo y ya es tarde. Con todo, cabe preguntarse si una enérgica posición del Papa cambiaría las cosas o las hubiese cambiado. Si se echa un vistazo a la historia de la diplomacia vaticana –que trasciende largamente el pontificado actual- se verá que la confrontación abierta no es su estilo. A no ser que tenga la seguridad de que, si sale a dar un golpe fuerte, tiene el éxito garantizado. No parece ser el caso de Venezuela.