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Bernard Law, el cardenal que inspiró la película Spotlight
22 - 12 - 2017 - DESAFIOS - Escándalos

El 14 de marzo de 2013, al día siguiente de su elección como Papa, Francisco acudió a rezar a la Basílica de santa María la Mayor. Nada más entrar, se cruzó con su arcipreste honorario, el cardenal norteamericano Bernard Law. «No quiero que siga frecuentando está Basílica», le espetó. El Vaticano reconoció posteriormente que Law estaba al tanto de la visita papal y quiso estar presente. Sin embargo, Francisco era consciente del daño que los casos de abusos sexuales habían causado a la reputación de la Iglesia.(José María Ballester Esquivias-Alfa y Omega)

El Papa conocía perfectamente el daño iferido a la Iglesia por el cardenal Law , de ahí que no estuviera dispuesto a consentir el más mínimo gesto de cercanía al purpurado que se había convertido en símbolo de encubrimiento y pasividad en relación con esos trágicos acontecimientos en la Archidiócesis de Boston, una de las más señeras del catolicismo estadounidense, de la que Law era titular desde 1984.

Todo empezó en enero de 2001 con las revelaciones de «The Boston Phoenix»: su reportera Kirsten Lombardi dio la palabra a Mark Keane, quien aseguró haber sufrido abusos en repetidas ocasiones por el padre John Geoghan, que trabajó durante más de tres décadas a las órdenes de varios arzobispos de Boston. La víctima añadió que le constaba que Law no solo no tomó medidas contra el sacerdote, sino que siguió enviándole a varias parroquias donde estaba en contacto con menores de edad.

El caso Geoghan fue la punta del iceberg de un escándalo que acabaría implicando a más de sesenta sacerdotes que operaban bajo la autoridad de Law. Fueron aflorando los testimonios de miles de víctimas. En 2007, tras los inevitables juicios penales, la Archidiócesis tuvo que desembolsar la friolera de 600 millones de dólares en concepto de indemnizaciones.

Para entonces, Law, que nunca fue imputado, ya había renunciado a la Archidiócesis –lo hizo en diciembre de 2002– y se trasladó a Roma. ¿Sabía Juan Pablo II de la intolerable actitud de quien fue su cardenal de confianza en Estados Unidos? Las informaciones más recientes apuntan a que no. Mas no deja de sorprender que, una vez en la Ciudad Eterna, Law se integrase en diversos dicasterios de la Curia y participase activamente en sus trabajos sin que su presencia molestase lo más mínimo.

Incluso viajaba: ¿qué hacía, con todo lo que llevaba a cuestas, en el Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Valencia? Asimismo, resultó particularmente inoportuna la sonora celebración de su ochenta cumpleaños en un restaurante de Boston, ciudad a la que volvió esporádicamente.

Triste final de trayectoria para un eclesiástico formado en Harvard que en sus inicios en Misisipi recibió amenazas de muerte por su defensa de los derechos civiles y que impulsó el ecumenismo y el diálogo interreligioso en todo Estados Unidos. Compatibilizó esa mentalidad abierta con la firmeza doctrinal al pedir un catecismo único de la Iglesia que disipara las disidencias teológicas. Su deseo fue satisfecho en 1992. Pero no se le recordará por eso.