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Messori advierte del peligro de una “Iglesia líquida”
09 - 11 - 2017 - GENERALES -

La visión de Francisco según la cual la peor tentación que se le plantea a la Iglesia es la de la “rigidez” y la uniformidad, a las que hay que oponer un flexible ‘discernimiento’, es “errada y nociva para la Iglesia y para la fe”. (Fuente: Infovaticana)

Si estas palabras suenan contundentes, no sorprende menos quién las escribe, que no es otro que el celebrado periodista y escritor italiano Vittorio Messori.


Messori, periodista converso que saltó a la fama internacional especialmente por dos libros-entrevista con los dos últimos papas -en el segundo caso, ‘Informe sobre la Fe’, cuando Joseph Ratzinger era aún prefecto para la Doctrina de la Fe-, ha mantenido estos años un, imaginamos, incómodo silencio sobre las numerosas polémicas que rodean el pontificado de Francisco. Ha sabido mantener cierta distancia con repecto a las ‘batallas’ en torno a las peculiares innovaciones introducidas en los últimos años, incluyendo las más sonadas, como los ‘Dubia’ de cuatro cardenales acerca de la exhortación papal Amoris Laetitia.

Pero ahora el escritor rompe su silencio en su espacio habitual de la revista católica Il Timone con un artículo -‘Iglesia firme en una sociedad líquida’- con sus propias ‘dudas’ sobre el rumbo que está tomando la Iglesia.

El escritor se vale de un concepto popularizado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman de ‘sociedad líquida’, una sociedad caracterizada por la impermanencia y el cambio constante en todos sus aspectos. No hace falta insistir hasta qué punto es aplicable la etiqueta a nuestra civilización, donde se difuminan hasta borrarse los límites entre los sexos, se da por supuesta la impermanencia de los puestos de trabajo o se tiene por rápidamente cambiante, vía inmigración masiva, las raíces y la identidad de las naciones.

Pero el temor de Messori radica en que, frente a esa ‘liquidez’ del mundo, la Iglesia esté dejando de oponer la solidez e inmutabilidad de su doctrina como ha hecho hasta ahora, y por el contrario imita al siglo en apreciar como valor supremo esta falta de consistencia y de certeza a fin de evitar esa temida ‘rigidez’.

El blanco personal de las críticas de Messori es, inicialmente y en buena parte de su artículo, el general de los jesuitas, Arturo Sosa, cuyas ‘boutades’ teológicas hemos comentado a menudo en estas páginas. Se detiene a comentar varias de las declaraciones del jesuita en las que hace gala de su ‘aversión’ a toda fijeza, incluso a la propia doctrina, antes de armarse de valor y dar un salto hacia arriba en su, por lo demás, respetuosa alarma:

“Pero otro jesuita, también sudamericano, nada menos que el mismo Papa, en una de las muchas entrevistas que da a las personas más diversas, en los lugares más diversos -en avión, en la Plaza de San Pedro, por la calle- ha repetido lo que es uno de los ejes de su estrategia de magisterio y gobierno: “la tentación católica que hay que superar es la de la uniformidad de las normas, de su rigidez, mientras que por el contrario hay que juzgar y reaccionar caso por caso”. El término que usa más a menudo el Papa es “discernimiento”, una vieja tradición de la Compañía de Jesús que, sin embargo, nunca hasta ahora había signficado “interpretar” libremente el mismo dogma, según la situación. Como ha sucedido en algunos documentos oficiales firmados por él, que han suscitado la perplejidad -por usar un eufemismo- incluso en algunos cardenales”.

Es en este punto en el que el autor, “con toda la humildad debida”, se atreve a ‘corregir’ al Papa. Para Messori, es justo al revés: en un mundo donde la única certeza es que no hay certezas, donde el mayor valor es el cambio y todo está en perpetua mutación y mescolanza, la Iglesia debería elevarse como lo que siempre ha sido, la Roca -apenas cabe una imagen menos ‘líquida’- en la que el hombre de hoy pueda encontrar la firmeza que el mundo le niega.