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Cómo islamizar Europa y borrar el cristianismo
05 - 11 - 2017 - DESAFIOS - Escándalos

La profecía de Oriana Fallaci sobre la conversión de Europa en Eurabia, tiene cada vez más visos de hacerse realidad. Pero no tanto por el empuje y la penetración de los islamistas, como por el suicidio religioso de la Europa cristiana.(Alfonso Basallo-Actuall)

“La civilización es un movimiento y no un estado, un viaje y no un puerto” decía el historiador Arnold J. Toynbee. Una idea que podría aplicarse al pie de la letra a la Europa actual que ha dejado de moverse y está casi en fase de eutanasia. El reemplazo demográfico es sólo un síntoma de la crisis de identidad que padece al haber renunciado a sus raíces.

Lo que estamos viendo estos años son los pasos del declive. Se podrían sintetizar en ocho.

1. Aplicar el psicoanálisis y ponerse a dudar de la identidad europea

 

Lo primero que hay que hacer es tenderse en el diván de doctor Freud y psicoanalizarse, dudando de las raíces cristianas de Europa. Ya lo advirtió Benedicto XVI cuando dijo que Occidente estaba albergando un extraño odio hacia sí mismo, y Europa dudaba de su propia identidad.

 Con Freud enseguida llegará el masoquismo, y no tardará el enfermo (Europa) en autoflagelarse, llenarse complejos de culpa por haber extendido la civilización y los derechos humanos por el mundo, y en deshacerse de los símbolos cristianos.

2. Abrirse la venas y dejar de tener hijos

Si no cree en sí misma, si echa pestes de su Historia y de su legado cultural (de Aristóteles a Mozart, pasando por Tomás de Aquino o Carlos V), si se ve sí misma como el verdugo colonialista y esclavizador del resto del globo, lo mejor es caer en depresión y pegarse un tiro. ¿Cómo? Literalmente (mediante la masacre de futuros europeitos en el vientre materno) e indirectamente dejando de tener hijos y permitiendo que civilizaciones con mejor concepto de sí mismas nos reemplacen: ejemplo, el Islam.

Este reemplazo es un hecho, que empieza en los años 50/60 con la descolonización de las antiguas colonias francesa y británica, continúa a finales del siglo XX con la llegada masiva de inmigrantes y sigue ahora con las oleadas de refugiados que aspiran a ser los nuevos europeos.

De hecho, en las poblaciones autóctonas cada año son más los países de la Unión que tienen más fallecimientos que nacimientos.



3. Perseguir a quienes proponen aumentar la natalidad, como Hungría

No todos los europeos tienen pulsiones suicidas. Ante el dilema de fomentar la natalidad o abrir las puertas a la inmigración, la Hungría de Viktor Orban está apostando por lo primero. ¿De qué forma?

Como se hacía en la vieja Europa: potenciando la maternidad y fortaleciendo a la familia, comenzando por el matrimonio, que las legislaciones divorcistas han convertido en un contrato devaluado y marginal.

Eso no le gusta a Bruselas, la capital de la Europa moribunda, y busca cualquier pretexto para presionar a Hungría, intentando recortar su soberanía, imponiéndole oleadas de refugiados, tratando de expulsarla de la Unión Europea, presentando a Orban como un tirano cuando los hechos demuestran que más bien es al revés.

4 … O a quien prefiere no suicidarse restringiendo el número de abortos, como Polonia

Otro de los países que rechazan el masoquismo y prefieren no autodestruirse es Polonia. Mediante una legislación super-restrictiva para reducir el aborto a la mínima expresión.

Y ni Bruselas ni Naciones Unidas consienten que Varsovia no despenalice el aborto ni elimine la objeción de conciencia para los médicos.

La ONU considera “tortura” que el aborto sea ilegal. Y trata de imponer, por real decreto, la eutanasia y la ideología de género (otra forma de destruir la familia) pasándose la soberanía de los países por el arco del triunfo.

La resistencia ante las políticas antifamilia convierte al país que desafió a Napoleón, Hitler y Stalin, en el enemigo público número uno de Bruselas

Polonia no sólo no está por la labor, sino que pretende -mediante una iniciativa presentada en el Parlamento por el partido Ley y Justicia- llegar al aborto cero. Lo cual convierte al país que desafió a Napoleón, Hitler y Stalin, en el enemigo público número uno de Bruselas.



5. Quitar subvenciones a las familias numerosas y dárselas a los musulmanes

Es muy fácil. Si quieres perder la guerra demográfica y cultural que proclamaron Ben Bella y Gadafi (con los vientres de las musulmanes en lugar de misiles), no tienes más que racanear las ayudas a las familias numerosa autóctonas y darles subvenciones y carta de ciudadanía a los musulmanes. Y Europa se está aplicando a ello.

El 23% de los jóvenes en Molenbeek, base de los yihadistas de Bataclán, cobran el subsidio social

Un botón de muestra escalofriante. En Molenbeek, barrio de Bruselas de población mayoritariamente musulmana el 23% de los jóvenes entre 18 y 25 años cobran el subsidio social. Sus habitantes tienen una renta un 11% inferior a la media bruselense, pero el porcentaje de personas que reciben subsidios y ayudas sociales es un 70% superior al de la media en la misma ciudad.

Escalofriante porque Molenbeek es la base yihadista de la que salieron los terroristas de Bataclán.

Y el resto de Europa está sembrado de Molenbeeks. Sólo en Francia hay cien barrios con “similitudes potenciales” al de Molenbeek, sin contar con otros viveros de yihadistas donde viven actualmente unos 5 millones de musulmanes.

6. Borrar las doce estrellas de la Virgen de la bandera de Europa

Se trata eliminar todo vestigio de cristianismo, aunque sea simbólico. La UE, por ejemplo, quiso que Eslovaquia borrara de las monedas los perfiles de Cirilo y Metodio, los santos que evangelizaron los pueblos eslavos en el siglo IX.

Y Bruselas borró las raíces católicas de su bandera oficial, las doce estrellas que simbolizan el ideal de unidad de los pueblos de Europa. La dibujó el diseñador francés católico Arséne Heitz, inspirándose en la iconografía de la Virgen María. Las estrellas son las del capítulo doce del Apocalipsis: “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer vestida de Sol, con la Luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”.

Las doce estrelladas fueron aceptadas por el Consejo de Europa, gracias al empeño de los políticos católicos Schumann y Adenauer

Y las doce estrellas fueron aceptada por el Consejo de Europa, un 8 de diciembre (fiesta de la Inmaculada Concepción) de 1955 gracias al empeño de dos políticos católicos, el ministro francés Robert Schumann y el canciller alemán por Konrad Adenauer.

Un detalle que ha pasado muy desapercibido, y que ahora debe pasar aún más para no herir la sensibilidad de los mahometanos.

No es más que un símbolo, algo anecdótico. No tan anecdótico, porque proclama el ADN de Europa. Las banderas no son trapos… haz la prueba, quema un “trapo” saudí y verás lo que pasa.

7. Cerrar iglesias, abrir mezquitas e imponer el Ramadán

Ya hemos eliminado físicamente a potenciales cristianos (mediante el aborto). Ahora hay que eliminar los lugares de culto. La idea es que del skyline de las ciudades desaparezcan las cruces y emerjan los minaretes.

Veamos el caso de Francia: hay 45.000 iglesias, de las cuales 10.000 están en peligro de ser destruidas. Numerosos templos cierran y son derruidos para construir parkings o supermercados en su lugar.

Y a la vez, se levantan más de 2.000 mezquitas al año. Desde 1970, el número de mezquitas en Francia se ha multiplicado por 24, pasando de 100 a 2.400. Otras 400 más están previstas para los próximos años. Eso sin contar con unas 100 mezquitas clandestinas.

La tarea de descristianización e islamización se completa tachando festivos cristianos del calendario (San José fuera, Inmaculada fuera, Santiago fuera) y llenando las casillas con el Ramadán. Un ministro de Merkel (Thomas de Maizière) ya lo ha propuesto en Alemania. ¿Adivinen de qué partido es? Democrata-cristiano. ¿También eso es anécdota?



8. Tergiversar la Historia haciendo creer que Europa es islámica y es culpable

Lo hicieron los nazis alterando los manuales escolares en la parte dedicada a los Sudetes -como aperitivo para la anexión-; lo hicieron los nacionalistas al sembrar de mentiras la Historia y la Geografía inventándose una Cataluña mítica que sólo existía en su imaginación.

Y lo empieza a hacer el buenismo de algunos países de Europa echando piedras contra su propio tejado cristiano y ensalzando al islamismo, en libros de textos o en trabajos de Historia.

Y ¡ojo! el cine y la televisión: como se dijo irónicamente cuando Ridley Scott estrenó El reino de los cielos, la película era “las cruzadas, contadas por Bin Laden”

Otro botón de muestra. La Unión Europea ha financiado la exposición “¡El islam es también nuestra historia!”, sobre la “antigua presencia musulmana en Europa”. (¿?)

No sabemos a qué presencia de refiere (quitando el califato de Córdoba que como todo el mundo sabe no fue aceptado por la España cristiana, la cual se empeñó en deshacerlo y expulsar a los musulmanes).

Pero una de las comisarias de la exposición, la historiadora Isabelle Benoit llega a decir: “Queríamos aclarar a los europeos que el islam es parte de la civilización europea, y que no es una importación reciente, sino que sus raíces se remontan a trece siglos atrás”.

El caso es flagelarse y hundirse en el masoquismo. Hacer penitencia por una culpa inexistente, como explicaba Pascal Bruckner en su estremecedora La tiranía de la penitencia (ensayo sobre el masoquismo occidental).