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El Arzobispo de Canterbury “no sabe” si las relaciones homosexuales son ilícitas
03 - 10 - 2017 - EMERGENCIA ANTROPOLOGICA - Unión Gay

Una confesión que indica claramente cuál es el destino de “toda casa dividida”: subordinar las certezas derivadas de la fe a los caprichos ideológicos del mundo y a las modas morales. (Fuente: Infocatolica)

Uno tiene que agarrarse fuerte muchas veces a las palabras más transcendentes del Evangelio, al “No tengáis miedo, yo he vencido al mundo” o al “cielos y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” para relativizar lo que ocurre en mi país que, siendo mucho más grande y de mayor alcance que mis circunstancias personales, es nada y menos que nada en la historia de la Salvación.

De hecho, si hablamos de división, es más grave y dolorosa para cualquier católico la que amenaza a la Iglesia, incluso la que amenaza a la comunión de los obispos españoles en este asunto.

Ya hemos visto -y tratado en Infovaticana- la dispar respuesta de algunos obispos catalanes y los del resto de España al desafío de la Generalitat; cómo ha templado gaitas, si se me permite la expresión, la Conferencia Episcopal Española que -aún- incluye a los obispos catalanes; cómo el Obispo de Solsona ha participado abierta y orgullosamente en un acto ilegal.

Pero eso, ya digo, con ser grave y, sobre todo, doloroso, es lo de menos. Es mucho más alarmante para cualquier católico ver confusión y división en sus propias filas, aunque las grietas estén hoy todavía disimuladas y no se haya llegado a ninguna quiebra oficial de la comunión.

Cristo insistió en la unidad con rara pasión, y la división de los cristianos sigue siendo un escándalo que ha contribuido enormemente a la descristianización de Occidente.

Porque, además, el miembro que se separa del cuerpo, aunque inicialmente mantenga íntegras casi todas las certezas de la fe, acaba invariablemente abandonándolas una a una.

Es el caso de la Iglesia de Inglaterra, que empezó llamándose ‘católica’ -la Teoría de las Tres Ramas, de una sola Iglesia con tres ‘ramas’, romana, ortodoxa e inglesa- y manteniendo una misma teología moral durante siglos para caer hoy en la duda en las cuestiones más obvias, arrastrados por las modas ideológicas.

Este pasado fin de semana, el primado de la Iglesia de Inglaterra -su máxima autoridad eclesial-, el Arzobispo de Canterbury Justin Welby, se confesó “incapaz” de dar “una respuesta directa” a la pregunta de si las relaciones homosexuales son pecaminosas.

En una entrevista de la publicación GQ, el Arzobispo respondió a la pregunta del entrevistador, Alastair Campbell, señalando. “Sabe muy bien que es una pregunta a la que no puedo dar una respuesta directa”, aunque añadió: “Lo siento, ha sido una forma poco feliz de decirlo. Debería haber meditado sobre la pregunta”.

Preguntado de nuevo por Campbell sobre las razones de su falta de respuesta, la máxima autoridad eclesial de la Iglesia de Inglaterra respondió: “Porque no me dedico a hacer condenas generales y no tengo una buena respuesta para esa pregunta. Le seré completamente sincero. Sé que no tengo una buena respuesta para esa pregunta. Inherentemente, las cosas que me parecen absolutamente centrales se refieren a la fidelidad y la estabilidad de las relaciones y entre las relaciones donde hay amor”.

Esta confesión de agnosticismo ante una cuestión que cualquier cristiano de cualquier confesión hubiera podido responder sin vacilar hace solo una generación indica claramente cuál es el destino de “toda casa dividida”: subordinar las certezas derivadas de la fe a los caprichos ideológicos del mundo y a las modas morales que impongan los señores del discurso.