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Argentina: la vuelta de Francisco, una historia infinita
03 - 10 - 2017 - PAPADOS - Francisco

“El Papa no tiene previsto viajar a Argentina el próximo año”, aclaró el portavoz vaticano Greg Burke ante la aparición, una vez más, de rumores sobre una ansiada visita apostólica de Jorge Mario Bergoglio a su país natal. (Andres beltramo Alvarez-Vatican Insider)

Parece una historia de nunca acabar. Argentina desea tanto una visita apostólica de Francisco que ha entrado en una espiral de ansiedad. Una y otra vez surgen rumores sobre posibles fechas para aquella esperada gira. Rumores alcanzados puntualmente por los desmentidos del Vaticano. ¿El resultado? Sucesivas desilusiones en el pueblo argentino, con no pocas críticas y una percepción, equivocada, de que el Papa no quiere a su país.

El último capítulo de esta historia montó y desmontó en apenas unos pocos días. El 21 de septiembre pasado el periodista argentino Marcelo Bonelli, del canal Todo Noticias, anticipó que el gobierno de ese país ya trabajaba en una visita papal “para la segunda mitad del próximo año, 2018”.

La información, presentada públicamente como un hecho, elevó al máximo las especulaciones. Pero no habría pasado de ser un simple trascendido periodístico si no fuese porque dos importantes obispos realizaron declaraciones en la misma dirección. Aunque más prudentes, y sin tantos detalles.

“No hay una agenda preparada pero yo me animaría a decir que está cerca. Dios quiera que sea el próximo año. Él quiere venir pero el momento forma parte de su silencio y hay que respetarlo. Tiene una agenda muy cargada internacionalmente. Tal vez por ser tan cercano tenga esa libertad de decirnos: espérenme”, señaló el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo a Radio María, tras ver al Papa durante su visita a Colombia.

Luego, al presentar la reciente peregrinación nacional juvenil al Santuario de Nuestra Señora de Luján, el cardenal arzobispo de Buenos Aires, Mario Aurelio Poli, añadió: “Creo que estamos próximos a esta visita y esta tensión, me parece que va a terminar bien, eso pienso”. Palabras que acompañó con una broma: “La Santísima Trinidad es el gran misterio de la Iglesia, el otro misterio es cuándo viene el Papa”.

Apenas pasaron unos días y llegó el desmentido vaticano. Cuestionado por los periodistas argentinos y realizadas las debidas consultas, el portavoz papal Greg Burke fue categórico: “El Papa Francisco no tiene previsto visitar Argentina el próximo año”. Además fundamentó la decisión en “los mismos motivos explicados hace un año el video enviado al pueblo argentino”.

En la conferencia episcopal tomaron nota. Su secretario, el obispo de Chascomús Carlos Humberto Malfa, salió a aclarar que el pontífice llegará a su país de nacimiento cuando considere que “es el momento en el que puede hacer el mayor bien al pueblo argentino”. Y agregó, en declaraciones a la agencia AICA: “La agenda del Papa la maneja él conforme las prioridades de pastor universal. Nosotros lo esperamos siempre y lo acompañamos con filial y fraterna oración. Y él sabe que así lo hacemos”.

Pero este capítulo, propio de una novela de enredos, se ha ido enriqueciendo de rumores y detalles de color. Algunos francamente increíbles. En los meses pasados, un portal de noticias había publicado que el Papa llegaría al país entre marzo y abril de 2018. Pese a que también entonces hubo un rotundo desmentido, algunos periodistas siguieron manejando esa información como válida. Es más, incluso se llegó a hablar de una gira entre el 18 y el 28 de marzo, con una misa de Domingo de Ramos en territorio argentino.

Datos completamente falsos, como la idea de que el Papa “quiere visitar cinco provincias”, “pretende llegar a 20 millones de personas” o tiene previsto hacer una escala en la Provincia de Mendoza para celebrar una misa allí antes o después de su visita a Chile, en enero próximo. Informaciones que no resistirían la más mínima verificación con fuentes vaticanas, pero que surgieron en Buenos Aires y fueron reproducidas al infinito por la prensa, generando una percepción distorsionada de la realidad.

Con esta seguidilla de informaciones se creó un efecto mediático peculiar, casi como con el “cuarto secreto” de la Virgen de Fátima: Todos hablan de él, comentan y opinan, pero en realidad no existe. Y nunca existió. En este caso, jamás existió un anuncio oficial del Vaticano. En ningún momento se informó de una futura visita papal. Ni se dieron fechas. Todas las expectativas surgieron de filtraciones en la prensa, manifestaciones tangenciales y consideraciones genéricas, pero nada más.

Como el deseo de los argentinos por tener al Papa compatriota con ellos es muy grande, cualquier señal positiva es vista como definitiva. Pero esto produce un escenario ingrato. Obliga al Vaticano a desmentir datos inventados e hipotéticas fechas, rompiendo con desilusión un deseo construido sobre la nada. Al final del día, el título de los medios es: “Francisco no viene a la Argentina”.

En honor a la verdad, el pontífice nunca descartó categóricamente un viaje a su país natal. Él ha dicho muchas veces que el argentino es su pueblo. “Ustedes son importantes, yo sigo siendo argentino, yo todavía viajo con mi pasaporte”, dijo en aquel videomensaje del 30 de septiembre de 2016 en el cual anunció que no podría regresar en este año. Sus palabras aún son vigentes.

“Ustedes no saben cuánto me gustaría volver a verlos. Y tampoco podré hacerlo el año próximo porque ya están compromisos fijados para Asia, África, y el mundo es más grande que Argentina, y bueno, pero hay que dividirse, dejo en manos del señor que él me indique la fecha”, apuntó.

Empero, como suele ocurrir en Argentina, estas palabras parecen no ser suficientes. Cronistas y observadores buscan con denuedo otra razón oculta. Algunos pretenden explicar la falta de visita papal con un supuesto conflicto por “simpatía política”. Y atribuyen al líder católico una pretendida voluntad de perjudicar al presidente Mauricio Macri, colocándolo en una determinada vereda política. Son versiones débiles, sin mayor sustento que la opinión, pero muy populares en una sociedad dividida y enfrentada por las ideas políticas de quienes la habitan. No se puede perder de vista que, desde la llegada de Jorge Mario Bergoglio al pontificado, en el país sudamericano se han alternado dos gobiernos de signo contrario y él, hasta ahora, no ha viajado ni con uno, ni con el otro.